Andalucía
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Son muchas cosas las que hemos conseguido y muchas más las que todavía necesitan ser cambiadas. Nosotros seguiremos un año más luchando por cambiar este mundo y, para ello te necesitamos porque el mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo.

Como ya es habitual, al iniciar un nuevo año, nos preguntamos por cuáles han sido los logros a los que ha contribuido nuestra organización en el año anterior. En 2018, casi siete millones de simpatizantes de Amnistía Internacional han emprendido acciones para defender y promover los derechos humanos en todo el mundo. Y esa labor no ha sido en balde.

Teodora del Carmen Vásquez salió por fin de la cárcel en El Salvador. Había pasado 10 años entre rejas tras haber dado a luz un feto muerto, por lo que fue acusada y declarada culpable de abortar. Sergio Sánchez salió de prisión en México tras casi ocho años recluido por asesinato después de haber sido condenado en un juicio sin las debidas garantías. Fuimos testigos de la liberación de activistas, periodistas y blogueros y blogueras detenidos en Etiopía, entre ellos Eskinder Nega, considerado preso de conciencia por Amnistía Internacional.

En Ucrania, el gobierno aprobó un nuevo plan de estudios de educación primaria en el que, por primera vez, se incluyen los derechos humanos. También en Moldavia se aprobó un plan de estudios sobre derechos humanos para centros de educación primaria y secundaria.
En Irlanda el referéndum que anuló la prohibición del aborto en la Constitución, representa una gran victoria para los derechos de las mujeres.

Tras nuestro trabajo sobre la situación de Siria, la coalición dirigida por Estados Unidos anunció finalmente que iba a volver evaluar casos que ya estaban cerrados en relación con acusaciones de víctimas civiles. La coalición reconoció de hecho 77 de los 79 casos que documentamos en nuestro informe de junio.

En julio, la artista Liu Xia pudo salir por fin de China, tras más de ocho años de arresto domiciliario ilegal, desde que su esposo, Liu Xiaobo, recibió el premio Nobel de la Paz en 2010.

En España, el Tribunal Supremo condenó al Estado español a indemnizar a Ángela González, víctima de violencia de género, con 600.000 euros por daños morales. Ahmed Tamimi, activista palestina de 17 años, fue puesta en libertad 21 días antes de completar una condena de ocho meses de prisión por considerar las autoridades israelíes que representaba una amenaza para unos soldados armados y fuertemente protegidos.

En Mauritania, dos activistas contra la esclavitud fueron puestos en libertad después de cumplir dos de su condena a tres años de prisión. Uno de ellos, Moussa Biram, nos dijo “Su apoyo hizo que sintiera que no estamos solos en nuestra lucha por la justicia en Mauritania”.
El Tribunal Supremo de India despenalizó las relaciones sexuales consentidas entre personas adultas del mismo sexo y añadió que toda discriminación basada en la orientación sexual es una violación de los derechos fundamentales garantizados por la Constitución.
El Parlamento Europeo se hizo eco de los llamamientos de Amnistía y votó una resolución en la que pedía una prohibición internacional de los sistemas de armas totalmente autónomos o “robots asesinos”.

Tras años de campaña, el Tribunal Superior de Gauteng Septentrional resolvió que el gobierno sudafricano no podía conceder una licencia para la extracción de titanio en Xolobeni sin el consentimiento de las comunidades indígenas.

Son solo una muestra de lo que el poder de la gente corriente puede conseguir cuando se organiza y tiene clara la necesidad de luchar por los derechos humanos. Los activistas y socios de Amnistía Internacional creemos en el poder de la gente para cambiar el mundo. Creemos en la organización, en la fuerza de la denuncia, en que mucha gente pequeña, en lugares pequeños pueden hacer cosas grandes. En esa lucha estamos empeñados.

Cristóbal Fábrega. Coordinador de Amnistía Internacional Jaén.

 

Publicado en Diario Jaén el 13 de enero de 2019