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Autora: María Jesús Monedero Fecha: 04/03/2019 Publicado en Diario Córdoba NIÑAS Y NIÑOS Como filóloga en desuso no siempre me siento cómoda ante las diferentes maneras con las que se intenta dar visibilidad a las mujeres en el lenguaje. Pero hoy es especialmente necesario diferenciar entre niñas y niños. Hablamos de menores que combaten en […]

Autora: María Jesús Monedero

Fecha: 04/03/2019

Publicado en Diario Córdoba

NIÑAS Y NIÑOS

Como filóloga en desuso no siempre me siento cómoda ante las diferentes maneras con las que se intenta dar visibilidad a las mujeres en el lenguaje. Pero hoy es especialmente necesario diferenciar entre niñas y niños. Hablamos de menores que combaten en guerras más cercanas de lo que creemos.

Este artículo hace de puente entre el 12 de febrero, día de los menores soldado, y el 8 de marzo, día especial para las mujeres y para todas las personas que creen en la igualdad de derechos.

Algunas cifras. Según Unicef, desde que comenzó la guerra civil en Sudán del Sur se estima que más de 19.000 menores han sido reclutados en grupos armados. Se calcula que de ellos entre el 20 y el 40 por ciento son niñas, pero es imposible saberlo con exactitud. En la República Democrática del Congo (RDC) desde hace dos años, en la región de los Kasais solo hay violencia y destrucción. El 60% de los miembros de los grupos armados son menores de edad (ONU).

Y ¿por qué diferenciar entre niños y niñas? Para empezar, cuando hablamos de menores en conflictos armados nos viene a la mente la imagen de un adolescente, niño, con un kalashnikov cruzado por el pecho ¿Por qué es importante poner el acento en las niñas?

Durante la década de los noventa y principios del 2000, las mujeres y las niñas involucradas en guerras civiles en Sierra Leona y Liberia fueron excluidas de los programas llamados de DDR (desmovilización, desmilitarización y reintegración). Para tratar de evitarlo, la ONU incluyó una perspectiva de género en sus directrices, eliminando, por ejemplo, el requisito de que los combatientes entregaran armas o municiones para beneficiarse de un programa de reintegración. Pero algunas especialistas en protección infantil han destacado que la prioridad en la reintegración económica y educativa (formación profesional y escuela) han dejado de lado aspectos de la reintegración social que son clave y no cuentan con recursos suficientes. Ellas necesitan atención cuando son liberadas. Son supervivientes de violencia sexual y de género, algunas son madres y necesitan una guardería para poder regresar a la escuela. Tienen derecho a ser reconocidas y «reparadas» aunque no hayan utilizado las armas.

Niños y niñas soldado son una terrible realidad que deberíamos recordar más a menudo. Termino con una recomendación. Un cortometraje de Esteban Crespo. Fue premio Goya en 2013 y estuvo nominado a los Óscar en 2014. Si no lo habéis visto os animo a buscarlo: Aquel no era yo.

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