Andalucía
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Frente al discurso del odio que se extiende dentro de las fronteras europeas nosotros decimos: «Derechos humanos»

Hoy en día, en Europa -y en el resto del mundo- se están dando unas intensas oleadas de racismo, xenofobia y discriminación hacia los inmigrantes. Sin embargo, esto no es nada nuevo pues, en efecto, es un fenómeno que existe desde hace mucho tiempo. Pero cuando esto toca de cerca a unos niños indefensos y en situación de vulnerabilidad y desamparo, su gravedad aumenta y esta manipulación hacia la población desencadena una alarma social.

La comunidad migrante, de subsaharianos o los Menores Extranjeros No Acompañados está registrando serias amenazas hacia sus colectivos y, en mi modesta opinión, se debe, en grandísima parte, al ascenso de la extrema derecha en el mundo, pues son muchos los países en los que esta ideología política se ha elevado a partir del año 2001 (desde los atentados del 11-S) “por la patria”: Francia, Países Bajos, Alemania, Reino Unido, Italia, Grecia, Chipre, Suecia, Finlandia, Austria, Hungría, Dinamarca, Noruega y Suiza y, claro, España con la llegada de partidos, con cada vez más apoyos, que defienden políticas de exclusión basadas en un populismo mal entendido.

Esta obsesión por la seguridad del país y por ciertos grupos políticos con unos discursos que atentan contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos está causando mucha preocupación a los defensores de estos derechos inalienables. El único impulsor que tienen estos grupos son la crisis migratoria, el antisemitismo y la islamofobia y, en el caso de España, el movimiento independentista de Cataluña. Este acrecentamiento de dificultades y la llegada de intensas oleadas migratorias han propiciado un discurso racista y anti-inmigración olvidando así, que España se ha vuelto a convertir en un país cuyos ciudadanos son emigrantes. En efecto, estos partidos políticos ignoran a sus más de 500.000 jóvenes que han emigrado en estos últimos 4 años. Unos jóvenes españoles que les gustaría ser tratados correctamente en los países donde emigran, al igual que los jóvenes que llegan a España.

Estos partidos ultraconservadores están obsesionados por la seguridad, el cierre de fronteras, el control de extranjeros, la unidad del país, la superioridad de su “raza” y un largo etcétera. Su obsesión es tan férrea que incluso pueden llegar a mentir, engañar y falsificar los datos tergiversando la verdad como les parezca, creando así, rencor hacia los colectivos más desfavorecidos del país.

Esta situación es ciertamente pasajera porque, si fuera de otra manera, sería la democracia en el mundo la que se encontraría en peligro de amenaza. Si dejamos el populismo y la extrema derecha crecer en el mundo y acceder al poder, se acabó, nos dirigiremos directamente hacia el caos. Sin embargo, la democracia es irrompible e indestructible, estoy segura de que sobrevivirá.

Si bien es cierto que la situación actual es lamentable y triste, no podemos olvidar que esta Europa, cuna de los Derechos Humanos, no puede hundirse en esta crueldad gratuita. Siempre existirán artistas, hombres sedientos de justicia, de paz, de amor al prójimo, hombres y mujeres que todavía saben que sus antepasados hace apenas medio siglo habían sido, ellos también, emigrantes. Hombres y mujeres que saben que sus hijos, hoy en día, son emigrantes.

Kamelia Temsamani. Activista de Amnistía Internacional Jaén

Publicado en Diario Jaén el 24 de noviembre de 2019