Andalucía
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Publicado por Kamelia Temsamani, activista en Amnistía Internacional Jaén, el 29 de diciembre de 2019 en Diario Jaén

Es bien sabido que el mundo en el que vivimos hoy en día está lleno de injusticias, racismo, segregacionismo y la lista es larga. Esto se debe, en gran parte, a la subida de la extrema derecha en todo el mundo. Unos partidos políticos que ya ni se preocupan por disimular su fanatismo e intolerancia, todo lo contrario, exhiben y exponen claramente su aversión hacia las instituciones democráticas en todo el mundo. El ascenso de violencia que estamos presenciando se da hasta en las patrias que han dado nacimiento a los DDHH. Unos países donde siempre fue un lujo vivir amparados por unas leyes originarias de una democracia portadora de esperanza y justicia. Este resentimiento generado, ya sea por la extrema derecha como por la extrema izquierda, tiene un mismo objetivo: mostrar la superioridad racial e ideológica en contra de la nobleza y la causa justa de la democracia.
Por ello, luchar por unos derechos tan inalienables como son los Derechos Humanos se ha vuelto una verdadera necesidad.
Estamos cerrando el año 2019 y se puede afirmar que ha sido un año en el que el activismo ha evolucionado considerablemente mediante un número importante de movilizaciones y ha triunfado de verdad ya sea con el referéndum gracias al cual las mujeres en Irlanda tienen, actualmente, servicios legales de aborto, o la abolición de la ley que penalizaba las relaciones entre personas del mismo sexo en Angola.
También es importante señalar la anulación por parte de las autoridades de Arabia Saudí para que una activista saudí fuera ejecutada “por cargos relacionados con su participación pacifica en protestas” o la retirada del Parlamento iraquí de su “proyecto de ley de delitos informáticos que socavaba gravemente la libertad de expresión en el país”.
Asimismo, es menester citar otras evoluciones que se han dado en este año gracias a asociaciones como Amnistía Internacional como el levantamiento por parte del “tribunal administrativo de apelación de la prohibición general de actos LGTBI en Ankara (Turquía)”, la aprobación de una “legislación destinada a abolir la pena de muerte” en Guinea Ecuatorial o la legalización –por primera vez en Asia- del matrimonio entre personas del mismo sexo en Taiwán pero también en Irlanda del Norte.
Por otra parte, es también imprescindible aludir a la activista Greta Thunberg y el movimiento escolar “Fridays for Future” que recibieron el premio de Embajador/a de Conciencia de Amnistía Internacional en 2019.
Eventualmente tenemos que referirnos igualmente a la aprobación para “reconocer que el sexo sin consentimiento constituye violación” en Grecia, “los métodos anticonceptivos y las consultas de planificación familiar” que ya son gratuitas en Burkina Faso. Más aún, el presidente de Argentina “anunció que presionaría en favor de la legalización del aborto”, y, finalmente, el Tribunal de Justicia de la CEDEAO ordenó revocar la norma de “prohibición de que las niñas embarazadas se presenten a exámenes y asistan a las escuelas públicas”.
Para finalizar, cabe destacar que el activismo ha cobrado una importancia capital desde su existencia en el siglo XIX pues las varias protestas organizadas que tienen por objetivo “transformar la realidad de manera directa e inmediata” son cada vez más numerosas. Los jóvenes son cada vez más conscientes de que es sumamente fundamental apoyar, ayudar y colaborar con las diversas asociaciones que luchan por los Derechos Humanos en todo el planeta. Y esto no es más que una señal, entre tantas otras, de que el futuro nos reserva agradables sorpresas, ¿o no es así?