Andalucía
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Artículo de María Jesús Monedero en la edición de 14 de febrero de 2021 de Diario Córdoba

Desde que el Grupo Local de Amnistía Internacional en Córdoba hizo el seguimiento del preso Nurmemet Yasin, procuro no faltar a la cita con el Año Nuevo Chino. Es un buena ocasión para hablar de los Derechos Humanos en China

El caso Nurmemet nos acercó a la región de Xinjiang y los uigures. En aquel momento algo desconocido. Después, afortunadamente, ha habido numerosos reportajes sobre el tema. Como en tantas cosas, esas realidades tan lejanas se olvidan pronto. Por eso hoy acudo a mi cita anual.

Recuerdo, como si fuera hoy, las primeras giras de mandatarios chinos cuando todavía había reparos en confraternizar. Recuerdo una viñeta de Le Monde en la que se veía al dirigente de aquel momento (no recuerdo su nombre) dentro de un baño; un rollo de papel higiénico con las siglas DDHH le acompañaba. Recuerdo también hermanamientos y pactos de no injerencia de algún partido español. A veces pienso que tengo demasiada memoria.

Lejos de mí la tentación de demonizar a ningún país, de aprovechar la pandemia para utilizar frases despectivas o mantener aires de superioridad que nadie debe tener cuando hablamos de Derechos Humanos. Porque, además de las vulneraciones que se dan en todas partes, hay muchas complicidades. Pero hoy me toca lo que me toca.

Las violaciones de derechos humanos en China alcanzan tales niveles que, recientemente, más de 300 ONG se han dirigido a la UE para pedir que, en sus negociaciones con China, se exija el respeto de los mismos. Las detenciones en lugares secretos, las torturas, los juicios secretos y las condenas de prisión se usan de forma sistemática para evitar que las personas reclamen sus derechos. China pretende que sus derechos humanos no son los mismos que los de los «países occidentales», obviando que los derechos humanos son algo intrínsecamente ligado al hecho de pertenecer a la raza humana, sin importar el sitio donde se ha nacido. Todos son inviolables.

Hoy podría haber hablado, y bien que me hubiera gustado, de libertad de expresión, de sanidad, de tantas cosas. Pero he querido que conozcáis a Gao Zhisheng, abogado de derechos humanos detenido en numerosas ocasiones, que lleva más de tres años en un lugar secreto; a Zhang Zhan, periodista ciudadana condenada a cuatro años de prisión por contar datos reales del covid en China; y a Wu Gejianxiong, trabajador de una ONG que lucha contra la discriminación, juzgado en secreto acusado de «subversión contra el poder del estado».

En la imagen: Año Nuevo chino en Las Rozas.