Andalucía
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DIARIO JAEN 5/2/23
Cristóbal Fco. Fábrega Ruiz. Coordinador de Amnistía Internacional de Jaén.


La semana pasada nos encontramos con la noticia de la agresión en Algeciras por un musulmán a varias personas causando la muerte de un sacristán de esa localidad. Por desgracia, la fe fanática no solo mueve montañas, sino que puede armar ejércitos y promover el odio. El resultado es escandaloso: un presunto mandato divino se convierte en una de las principales causas de muerte en el planeta.
Sorprende el que, cuando la mayoría de las religiones (sobre todo las principales), hacen de LA PAZ su elemento básico, sigamos con la existencia de este tipo de sucesos. De la paz os dejo  cristiana, el shalom judío, o el salan aleikum musulmán hemos pasado a estos hechos destructivos de odio realizado por los fanáticos de todas las religiones. Y, por desgracia, estos hechos crean situaciones de rechazos que fomentan la xenofobia y el racismo.
Vemos como el avance del Estado Islámico en Irak y su persecución contra todos los credos calificados de “infieles”, la masacre del Ejército de Israel en Gaza, o lo que sucede en el norte de África, donde la idea violenta de Dios ha matado a mucha más gente que el terrorífico virus del ébola.

LA LIBERTAD RELIGIOSA: CAMINO PARA LA PAZ


Esto hace que la religión no solamente sea una fuerza opuesta a la violencia y vehículo de paz y amor, como por lo general se cree, sino que en muchas concepciones puede ser la principal justificación, la única posible, para el despliegue sin límites de la guerra, la violencia y el terrorismo.
No es, por cierto, exclusividad de alguna de las religiones. Recordemos en el caso del cristianismo la inquisición o las cruzadas. En cualquier parte del mundo, millones de cristianos, musulmanes, hindúes y fieles de otras religiones y sectas han sido forzados al abandono de sus hogares por motivos de creencias religiosas. Hay comunidades enteras que han desaparecido de sus tradicionales lugares de residencia y se han dispersado a otros paises.

«toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión… así como la libertad de manifestar su religión»

Art 18 Declaración universal de los ddhh


Si hay algo podemos afirmar es que no hay religiones libres de practicar o padecer la violencia y que, si bien los credos cristianos parecen ser los más perseguidos a nivel mundial, también pueden ser implacables en la opresión y el asesinato, como ocurre en la República Centroafricana.
En resumen, este artículo no promueve ninguna animadversión religiosa. Al revés, las denuncia. Por otra parte, la realidad demuestra que en la defensa de la paz se inscriben creyentes y ateos, tal como en el bando contrario. Ya lo decía el reconocido teólogo español Juan José Tamayo, quien salió a defender vehemente el legado de José Saramago, luego de que la Iglesia Católica lo deplorara en una editorial del Observatore Romano, luego de su muerte. Decía Tamayo que Saramago, ateo, hizo “la más bella definición de Dios que he oído o leído nunca”. Dice así: “Dios es el silencio del universo, y el ser humano, el grito que da sentido a ese silencio.” En esa línea, vale reivindicar la lucha contra los fundamentalismos, citando al propio Tamayo, “como el mejor antídoto contra el Dios violento y contra la violencia en el nombre de Dios”.