Durante el último año de nuestras vidas hemos visto cómo la tecnología se ha terminado de convertir en una gran aliada para combatir la soledad, la distancia social y nuestra creciente necesidad de entretenimiento. Una aliada que también nos ha mostrado su cara menos amable. Una semana descubrimos que algunos gobiernos como el chino utilizan […]
Durante el último año de nuestras vidas hemos visto cómo la tecnología se ha terminado de convertir en una gran aliada para combatir la soledad, la distancia social y nuestra creciente necesidad de entretenimiento. Una aliada que también nos ha mostrado su cara menos amable.
Una semana descubrimos que algunos gobiernos como el chino utilizan la tecnología para controlar el virus y a la vez la disidencia política. La semana siguiente los desarrolladores de redes sociales nos cuentan en un documental cómo se diseñan esas redes para que estemos permanentemente conectados dando información sobre nuestras vidas. Y sin dejarnos mucho tiempo para reponernos, en la pantalla de nuestros móviles aparecen unas nuevas condiciones de uso de la aplicación de mensajería por la que cedemos datos de conversaciones privadas para que las grandes empresas tecnológicas comercien con ellos.
Estar permanentemente monitorizados y vigilados es el precio que parece que nos hemos resignado a pagar a cambio de una cuantas aplicación informáticas gratuitas. Un precio demasiado alto, nuestra vida privada.
El pasado diciembre la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 75/176.
El derecho a la privacidad en la era digital, en la que exhorta a todos los Estados a que adopten medidas para poner fin a las violaciones del derecho a la privacidad.
Amnistía Internacional (AI) insiste en que no es un tema secundario al que debamos resignarnos con un “total yo no tengo nada que ocultar, que me espíen si quieren” ya que la privacidad es un requisito previo fundamental para poder disfrutar de otros derechos humanos como la libertad de opinión y de expresión.
Nos encanta la tecnología y nos ayuda a tener una vida mejor. Pero no por ello debemos ceder al modelo que quieren imponer las grandes empresas tecnológicas a costa de nuestra privacidad. Exijamos como personas usuarias críticas un modelo tecnológico compatible con los derechos humanos.
Miguel Lancho. Grupo Burgos AI. Publicado en Cartas al director Diario de Burgos y Gente en Burgos Enero 2021.
