Castilla y León
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“Hemos normalizado que mueran cientos de personas al día”, Laura Cestero, residente de la UCI del Hospital Clínico de Salamanca

Agotamiento, ansiedad, frustración y mucha presión. Este es el día a día al que se enfrenta Laura Cestero, residente de la unidad UCI del Hospital Clínico de Salamanca. Una realidad que la sanitaria describe como una “verdadera fatiga”. Se siente desesperada al no ver una respuesta por parte de la sociedad ante esta situación. “No sé que más hay que hacer para concienciar a la gente”, revindica la sanitaria.

En marzo del año pasado, Laura se encontraba en cuarto de residencia. Apenas le quedaba un año para acabar este periodo de formación y empezar a ser adjunta. Con la pandemia en pleno auge, Laura pasó de ser residente a adjunta de un día para otro, adquiriendo en un momento tan crítico una gran serie de responsabilidades. “Al principio, sentí miedo e inseguridad por si lo hacía mal. Si alguien falla en otro tipo de trabajo, le pueden echar la bronca y tener algunas repercusiones; pero si nosotros, los sanitarios, lo hacemos mal, alguien puede morir. Y aunque normalmente, estaban mis adjuntos para ayudarme, la mayoría de las veces te tenías que enfrentar a las complicaciones sola. Pero, no había opción, tenías que caminar un paso adelante y enfrentarte a las cosas como fueran viniendo”, declara la extremeña.

Para Laura, la primera ola fueron días de no saber y de mucho caos. “El espíritu de lucha era increíble, todo el mundo hacía lo que podía. A esto se sumó todo el apoyo de fuera con los aplausos y el reconocimiento. Pensabas, “venga, vamos a salir de esta”, apunta la sanitaria. La segunda ola contó con una mejor organización y “más o menos lo fuimos sobrellevando”. Sin embargo, en esta tercera ola, se siente impotente. “Te preguntas por qué otra vez lo mismo. Parece que nadie lo entiende sólo los que estamos dentro. Yo sinceramente he perdido ese espíritu de lucha. Aunque siempre antes de llegar a mi puesto, intento motivarme y hacer todo lo que pueda y dar lo mejor de mí, porque al fin y al cabo, trabajas con personas”, recalca Laura.

Sin días de descanso, con un montón de guardias y el doble de pacientes, Laura se suma a la angustia y la frustración de los miles de sanitarios que luchan diariamente contra el COVID-19 en nuestro país.

EN PRIMERA LÍNEA CONTRA EL COVID-19

¿Cómo fueron los primeros días de la pandemia? ¿cómo lo vivisteis tú y tus compañeros y compañeras sanitarias?

La verdad es que comencé la pandemia aislada por un contacto. En marzo, estaba rotando en la Unidad de Coronaria y un paciente que había sufrido un infarto y al que estábamos tratando, resultó ser positivo. Afortunadamente no me contagié y me pude reincorporar a la locura que se desató después. Para mis compañeros que si estaban trabajando fue una situación inusual y muy estresante. Yo desde casa estaba deseando empezar a trabajar para poder echar una mano y ayudar.

Durante, esos días no paraban de llamar al busca y los ingresos crecían cada vez más, todos en una situación muy grave. Nunca llegamos alcanzar el 100% de la ocupación de la planta, porque no paraban de crear camas de UCI para no negarle a nadie la asistencia sanitaria.

Laura en la unidad UCI antes de la pandemia.

¿Qué recuerdo, tanto bueno como malo, destacarías de esta situación?

Un recuerdo bueno podría ser, en la primera ola, la primera vez que extubamos a un paciente porque había mejorado y todos en la unidad aplaudimos. Hasta ese momento la mayoría de los pacientes estaban evolucionando mal o habían fallecido. Esto fue un rayo de esperanza.

Un recuerdo malo y que recuerdo con mucha pena es un día que tuve que llamar a una familia para comunicarle el fallecimiento de su familiar. La persona con la que hablé era su mujer. Tras decirle la triste noticia, me dio las gracias por todo nuestro esfuerzo y por el trabajo que estábamos haciendo. Al colgar el teléfono me eché a llorar, porque no sentía que mereciera ese agradecimiento. Me sentía impotente ante esta enfermedad y realmente, aunque hiciéramos todo lo que podíamos no sabíamos si lo estábamos haciendo bien o no, porque desconocíamos muchas cosas.

¿Algún acto o historia que te haya emocionado especialmente?

Más que una historia concreta si que hay momentos emocionantes. Recuerdo con especial cariño cuando empezamos a hacer videoconferencias con las familias, en el momento en el que los pacientes se iban despertando de la sedación. Observaba sus caras al ver a sus familias después del aislamiento que sufrían por su contagiosidad y de haber estado muy graves e intubados. Todas aquellas llamadas las recuerdo con mucha ternura.

¿Qué aprendizaje has sacado de todo esto?  

He adquirido muchos conocimientos sobre esta enfermedad, porque todos los sanitarios hemos ido estudiando a medida que se investigaba y que iban saliendo los artículos.

De aprendizaje personal, la pandemia me ha ayudado a ver las cosas con perspectiva y a darle valor a lo que realmente importa e incluso ha cambiado mis “prioridades vitales”.

Y otra enseñanza importante es que dejamos mucho que desear como sociedad. El comportamiento que he visto y que veo desde que se acabó el estado de alarma me preocupa sinceramente. Me apena que sólo los que vivimos de cerca lo grave que puede ser esta enfermedad entendamos la importancia de las medidas que se toman y que seamos los únicos que, por así decirlo, ponemos la salud por delante de la economía. Hemos normalizado que mueran cientos de personas al día, y eso es muy triste. Yo recuerdo los primeros informativos, que te sobrecogían y ahora, parece que nos hemos olvidado de todo eso.

CONSECUENCIAS DEL COVID EN LA GESTIÓN SANITARIA

¿Cómo crees que ha afectado la austeridad al Sistema público de salud para hacer frente a la crisis COVID-19?

En mi opinión, creo que durante la gestión de la pandemia el Sistema de Salud no ha sido austero, sino que no se han sabido gestionar bien los recursos de los que se disponía.

Si que la austeridad previa a la pandemia y ocasionada por la crisis económica ha podido repercutir en cierta forma, sobre todo en Atención Primaria, que quizás sea la que cuenta con menos recursos.  

¿Se han dejado de atender otras patologías, incluidas graves, con el consiguiente aumento de las listas de espera?

Cuando alguien ha venido al Hospital con una patología grave, en mi caso a la UCI, se le ha atendido como siempre. La problemática que hemos tenido ha sido la logística de que, al estar el Hospital Clínico ocupado por pacientes COVID-19, no hay muchos espacios disponibles para pacientes que llamamos “limpios” y tenemos que trasladarlos, en la mayoría de los casos al Hospital Virgen de la Vega.

Con lo que sí van a aumentar las listas de espera es con el hecho de que se hayan tenido que parar de nuevo en la tercera ola las cirugías programadas. Es triste decirlo, pero ahora mismo no hay sitio físico para que todos los pacientes que estaban pendientes de una operación puedan ingresar y operarse, incluidos los pacientes con cáncer. Se está realizando parte de la actividad en el Hospital Virgen de la Vega y se hace todo lo que se puede, pero a un ritmo menor que el habitual, lo que hace que la espera para muchos de ellos aumente.

Al final, a mi esta es una realidad que me da mucha rabia. Realmente, el que sufre las consecuencias de todo esto es el que no tiene la culpa de nada y está esperando para que le puedan operar. Es injusto. Porque eres una persona responsable, que haces todo lo que hay que hacer, y quién lo paga y a quién perjudican es a ti.

¿Crees que después del reconocimiento por parte del Gobierno y de la población en general del trabajo de los sanitarios, cambiarán a mejor vuestras condiciones laborales? ¿Consideras que se os valorará más, que la sanidad pública va a salir reforzada, o estamos viviendo un espejismo?

El reconocimiento del Gobierno y de la población de nuestro trabajo sucedió en la primera ola, y ese espejismo ya se ha terminado. Se nos valora igual que antes de la pandemia y con el Premio Princesa de Asturias podemos darnos con un canto en los dientes, porque no habrá más palmaditas en la espalda.

Respecto a las condiciones laborales, siguen siendo igual de precarias. En algunos sitios la necesidad de personal ha hecho que en diversos hospitales ofrezcan contratos un poco mejores o de mayor duración; pero cuando la demanda asistencial no sea tan grande, me imagino que volveremos a tener los mismos contratos precarios que antes.

EPI, TEST Y VACUNA

En la primera ola, ¿se os proporcionaron EPI suficiente? ¿se reutilizaban materiales?

En la primera ola tuvimos problemas de abastecimiento, como en casi toda España y casi todo el mundo. Reutilizábamos sólo las mascarillas FFP2 y FFP3, las gafas y pantallas de protección. El resto de cosas podían ser de mejor o peor calidad, pero no las teníamos que reutilizar por suerte. Ahora, también reutilizamos las pantallas y las gafas, pero tenemos más mascarillas y aunque sí la usamos varias horas seguidas las podemos cambiar con frecuencia.

 Actualmente, ¿el número de EPI y de recursos son suficientes?

Ahora mismo no tenemos problemas de abastecimiento y contamos con material suficiente e incluso con monos de protección que no siempre teníamos en la primera ola, lo cual se agradece mucho.

¿Considera que la falta de material ha contribuido eso al contagio de personal sanitario?

Sí. Creo que un factor importante en el contagio del personal fue el hecho de tener que reutilizar material o usarlo de mala calidad. También pienso que influyó la formación a la hora de ponerse y quitarse el EPI. Se nos enseñó al principio, pero creo que tendríamos que hacer actividades de reciclaje, para que no se nos olvide cómo hacerlo correctamente.

¿Seguís trabajando con miedo?

No puedo hablar por todo el mundo, pero mi sensación es que no. Ahora, no tenemos tanto miedo como al principio. Pero, sí trabajamos estresados y con ansiedad por la presión asistencial, que a veces es incluso peor que el miedo.

Respecto a los test, ¿se han llevado a cabo los suficientes test para garantizar que todo el personal sanitario estaba sano, no sólo quienes tenían síntomas?

Sí, se ha hecho un cribado de todo el personal realizando serologías, pero sólo se ha hecho en una ocasión después de la primera ola. Luego nos hemos hecho test por contactos o síntomas, pero no se nos ha vuelto a realizar un cribado como tal.

¿Qué tal va la campaña de vacunación? ¿Has sido ya vacunada?

En mi opinión la campaña de vacunación está yendo demasiado lenta, y no sé a qué altura de la cadena de distribución está el problema. Pero, sí sé que en nuestro hospital ha habido días que no se ha vacunado a nadie porque no había dosis. A todo el personal de la UCI, incluida yo, tan sólo nos han puesto la primera dosis. Ahora, todos estamos preguntándonos si habrá vacunas suficientes y si estarán a tiempo para ponernos la segunda dosis cuando nos corresponde.

Laura recibiendo su dosis de la vacuna como sanitaria.

EL PAPEL DE LA ATENCIÓN PRIMARIA

¿Cuál ha sido la función de la atención primaria en esta crisis sanitaria? ¿Cuál debe ser el papel de cara al futuro?

El papel de Atención Primaria ha sido, y es, un papel fundamental en la atención a los pacientes. Valoro mucho su esfuerzo y su trabajo a pesar de todas las dificultades que se han ido presentando. Mucha gente, sobre todo población general, piensa que se han “escondido” detrás de los teléfonos, pero sé, por compañeros y amigos míos, que se han visto desbordados y que han hecho lo que han podido dentro de sus posibilidades. Además, siguen luchando con las mismas ganas, como todos nosotros.

Así que lo que espero para el futuro es que se valore más el papel de Atención Primaria y que se le dote de más medios, sobre todo de personal, para poder ofrecer una mejor atención.

TOMA DE CONCIENCIA

¿Qué pedirías a las autoridades, tanto autonómicas como centrales?

Que dejemos de ir por detrás y nos anticipemos a la situación. Sabemos cómo funciona el virus, cómo se contagia y los tiempos de incubación. Las medidas estrictas de disminución de la actividad hay que iniciarlas antes de que se disparen los contagios. Una vez que han aumentado, con los tiempos de incubación y la gente asintomática, se tardan semanas en poder disminuir los contagios. Tiempo suficiente, en el que los hospitales y las UCI se saturan.

Necesitamos una mejor planificación y un plan de choque más agresivo y más precoz y no poner parches cuando los hospitales están hasta la bandera.

Y a la sociedad, ¿ qué mensaje le dirías para concienciarlos?

Que dejen de ser egoístas y que antes de quedar con sus amigos o con su familia a pasar un buen rato y a tomarse unas cañas piensen, no que se pueden contagiar, sino que ellos pueden contagiar y pueden hacer que otras personas acaben yendo a la UCI y acaben muriendo.

Tener un familiar en la UCI es una situación que no le deseo a nadie. Es horrible.  Que esa persona esté grave, que se puede morir en cualquier momento y que tu sólo puedas saber de él quince minutos al día, es terrible.

La gente tiene el pensamiento y la incredibilidad de que “a mí esto me va a pasar” y actualmente, se están ingresando familias enteras.

Están muriendo cientos de personas todos los días. Esto como sociedad no debería darnos igual. Porque cuando el que muere es tu padre, tu madre, tu marido, tu mujer, tu hermano o hermana, en definitiva, tu ser querido, deja de ser algo lejano que ves en las noticias y pasa a ser algo real y desgarrador. Si no quieres tener nada que lamentar en el futuro, no contagies. Mascarilla y distancia.