Casi doscientos pacientes por día fue la cifra que Lucía Herrero, rastreadora del Centro de Salud de Pizarrales de Salamanca, le tocó atender diariamente durante la segunda ola. Una situación que la enfermera y rastreadora relata como de auténtico caos. La tercera ola y el incremento de casos, hizo que la situación empeorara y se hiciera más uso de los rastreadores. “Ha sido horrible. De hacer 10 horas de rastreo y parar tan sólo veinte minutos escasos para ir al baño”, comenta Lucía.
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