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NIGERIA, ¿ESCUELAS? NO, MAZMORRAS Nigeria, otra vez. Rompe el corazón, pero ¿mueve a la justicia? Nigeria, África occidental, 300 personas, la mayoría niños, algunos de nueve años, aparecieron encadenadas en un colegio islámico de Kaduna, en el norte del país. Sus condiciones eran infrahumanas y algunos de los niños habían sido violados por sus profesores, […]

NIGERIA, ¿ESCUELAS? NO, MAZMORRAS

Nigeria, otra vez.

Rompe el corazón, pero ¿mueve a la justicia?

Nigeria, África occidental, 300 personas, la mayoría niños, algunos de nueve años, aparecieron encadenadas en un colegio islámico de Kaduna, en el norte del país. Sus condiciones eran infrahumanas y algunos de los niños habían sido violados por sus profesores, otros mostraban cicatrices tremendas en su cuerpo. La policía los encontró porque había recibido información de que algo sospechoso ocurría en dicho centro. Una redada policial en el barrio de Rigasa les llevó hasta la escuela donde había niños de distintas nacionalidades, en condiciones inhumanas y degradantes, aseguró el portavoz policial, Yakubu Sabo[1].

Detuvieron a siete individuos – el propietario de la escuela y seis empleados – y liberaron a las personas retenidas en las más miserables condiciones que se pueda imaginar.  “Muchos de los niños tenían cadenas de metal alrededor de los tobillos y varios de ellos habían sido torturados […] La policía encontró igualmente una sala de tortura donde se colgaba a los alumnos de las sillas y se les golpeaba cuando habían cometido alguna falta”[2].

Estos colegios o escuelas coránicas son comunes en el norte de Nigeria, república federal presidencialista, fundamentalmente musulmana. Allí se conocen como almajiris. Están muy extendidas en África, tanto en la parte central como en la occidental. En teoría, en dichas escuelas se enseñan versículos del Corán, pero la realidad ha mostrado que pueden convertirse en otra cosa, que quizás la excusa de la enseñanza sirva para encubrir hechos diferentes y horribles como, por ejemplo, obligarles a mendigar o facilitar que grupos terroristas encuentren allí una abundante fuente de captación de miembros.

En realidad, quien entra allí no es “alumno”, ya que es sometido a abusos, toda clase de malos tratos amén de ser violados; son esclavos. Se trata de centros de esclavitud y de manifestación de los más bajos instintos del ser humano. ¿Cómo se llega a estas escuelas? Los traen sus propios padres, procedentes de zonas rurales de Burkina Faso, porque no pueden ni alimentarlos ni darles una educación. La solución es llevarlos a estos lugares donde se supone que, además de recibir algo mejor de lo que les puedan dar ellos, se convertirán en los llamados talib (estudiante en pashto o pashtún, es decir afgano). En algunas capitales de África del Oeste decenas de niños descalzos y cubiertos de polvo sobre su ropa hecha jirones piden limosna con latas vacías y oxidadas. Estas criaturas – que se supone estaban en una escuela – tienen que mendigar para procurarse la escasísima comida que reciben, porque lo que recaudan lo deben entregar al marabú, el cual hace el papel de líder religioso y también de maestro. “Es una práctica de explotación infantil conocida y consentida, que mantiene a los niños como esclavos”[3], en los estados donde la ley principal es la sharia (ley islámica).

“El presidente nigeriano, Muhamadu Buhari, aseguró a principios de este año que pretendía cerrar este tipo de colegios, pero luego el portavoz de su Gobierno, Garba Shehu, manifestó que esto solo podría acometerse tras un proceso de consultas con las autoridades, sobre todo religiosas”[4].

Mientras, los niños se encuentran en un campamento temporal hasta que se localice a sus padres.

¿Recordamos a las niñas secuestradas por Boko Haram en Chibok?

Cinco años y medio después del secuestro de unas 276 adolescentes en un internado en Chibok, en el noreste de Nigeria (14 de abril de 2014), a manos de los yihadistas de Boko Haram, todavía persiste la duda sobre el  paradero de 112 de las chicas. Las jóvenes estaban entre las 2000 mujeres y niñas secuestradas en el periodo 2014-2015 por Boko Haram, según la BBC, pero este caso provocó especialmente la atención internacional[5].

 

Cuando hechos tan terribles acaecen, comentar la crudeza de la realidad de nada sirve si no pasamos a la acción. Tenemos un refrán valenciano, “Tota pedra fa paret”, que significa que por menudísima que sea una piedra, ayudará a formar una pared cuando se una con otras. Y en Amnistía Internacional tenemos un lema “El mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo”. Porque, “cuando las personas corrientes nos unimos en una acción común, podemos enfrentarnos a las injusticias y lograr cosas extraordinarias”[6].

Nos podemos unir a quienes han sabido organizarse para luchar y lo hacen de la manera más efectiva, removiendo las conciencias, llamando a la puerta de los gobiernos, buscando la justicia y el cumplimiento de los derechos humanos allá donde haga falta, como lo hace Amnistía Internacional, entre otras ejemplares organizaciones.

Amnistía Internacional: actúa

https://www.es.amnesty.org/actua/

EQUIPO COMUNICACIÓN COMUNIDAD VALENCIA

Carmen Brisa y Emma Sopeña

Enlaces consultados 1/10/19

[1] https://www.elmundo.es/internacional/2019/09/27/5d8de6a2fdddff7d2c8b4670.html

[2] https://www.elmundo.es/internacional/2019/09/27/5d8de6a2fdddff7d2c8b4670.html

[3] https://www.elmundo.es/internacional/2019/09/27/5d8e3528fc6c83df238b45a0.html

[4] https://elpais.com/internacional/2019/09/27/actualidad/1569587283_573382.html

[5] https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150629_nigeria_secuestradas_boko_haram_ep

[6] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/el-mundo-puede-cambiar-pero-no-va-a-cambiar-solo/