Extremadura
Extremadura

Artículo 10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal. Hoy voy a hablar del artículo 10 de la Declaración Universal […]

Artículo 10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.

Hoy voy a hablar del artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Todos sabemos que en los países donde no se respetan los derechos humanos el poder judicial condena a personas por sus ideas, por su religión, por su identidad sexual o por cualquier otra causa que disguste al régimen. Sin embargo, en los países democráticos también puede pasar. Precisamente la canción que he escogido para ilustrar este artículo narra una historia que sucedió en uno de esos países que se dicen democráticos. Es la “Balada de Sacco y Vanzetti”. Fue creada por Joan Baez a partir de la banda sonora de Ennio Morricone que hizo para una película que contaba esta historia en los años setenta. La historia cuenta cómo dos inmigrantes italianos en los años 20, en EE.UU., que eran anarquistas, fueron acusados de haber asesinado a dos personas para robarles la nómina de la empresa en la que trabajaban.
El juicio estuvo lleno de irregularidades, empezando porque el juez se presentó no solamente a ese primer juicio, sino a otro que se hizo después, por los prejuicios que tenía contra estas dos personas a las que quería condenar a toda costa. Se manipularon las pruebas, se coaccionó a los testigos, se desoyó al testigo principal, que era un testigo presencial, se desoyó a los dos acusados, que escribieron varias cartas explicándose y demostrando su inocencia. Este juicio se convirtió en muy mediático y, a pesar de la presión internacional de intelectuales y sindicalistas de todo el mundo, al final fueron condenados a la silla eléctrica.
No fue un hecho solamente de mala praxis judicial, porque hubo una intencionalidad, se instrumentalizó el sistema judicial para favorecer las ideas de la mayoría conservadora, que era xenófoba. A estas personas se las condenó y se las ejecutó por ser inmigrantes y pobres, por ser anarquistas, por ser extranjeros.
Los españoles vivimos actualmente en un estado garante de los derechos de las personas, pero no siempre ha sido así. Lo malo es que, en nuestra democracia actual, hace unos años, en 2001, se condenó y se encarceló a una persona inocente por una mala praxis judicial: Dolores Vázquez fue condenada y encarcelada, acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof. Pasó 17 meses en la cárcel hasta que se pudo demostrar su inocencia y se descubrió al verdadero asesino. Parte de esta acusación se puede haber debido a su condición sexual y también a la presión mediática.
Esperemos que no vuelvan a suceder estas cosas, sobre todo, en países donde se tienen que respetar los derechos de las personas por su propia condición. Hay uno de los principios fundamentales del Derecho actual que debe regir la justicia en estos países: “In dubio, pro reo”, “ante la duda, a favor del reo”. Si es que hasta Sancho Panza siguió este principio cuando lo nombraron gobernador de la península Barataria y, para burlarse de él, le mostraban casos complicadísimos. Él se quedó por encima de sus burladores, porque demostró una gran inteligencia y un gran sentido de la justicia. Ante un caso supercomplicado que le presentaron, que era imposible de juzgar, él dictó una sentencia absolutoria y, cuando le preguntaron, él respondió: “Me vino a la memoria un precepto, entre otros muchos que me dio mi amo don Quijote la noche antes que viniese a ser gobernador desta ínsula, que fue que cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese a la misericordia”… Y este precepto es el que rige la justicia de nuestro país, aunque alguna vez, como en el caso de Dolores, no se siguió. Vigilaremos para que no se repita.
Muchas gracias.