Madrid
Madrid

Tres mujeres valientes nos han acercado la realidad que vive las mujeres y las niñas en países tan distintos como Irán, Sáhara Occidental y Yemen.

Por: Ana Sánchez, Equipo MENA Amnistía Internacional-Madrid

Nilufar Saberi, Jaduyetu El Mohtar y Leyla Hamad nos han dado las claves para conocer a través de sus tres visiones, de sus tres luchas, la realidad de los derechos de las mujeres en Irán, Sáhara Occidental y Yemen, todas con la vista en un objetivo común: la igualdad.

Aquí resumimos nuestro encuentro con ellas.

ORIENTE MEDIO Y NORTE DE ÁFRICA: TERRITORIO DE MUJERES

Nilufar SaberiDe la mano de Nilufar Saberi, activista iraní, hemos conocido la terrible realidad que viven las mujeres en su país. «No somos dueñas de nuestra propia imagen», nos dice Saberi, «mediante el Código de vestimenta, en nombre de la moral y el honor masculino, se oprime y condena a las mujeres, que siguen careciendo de muchos derechos básicos». «No podemos cantar ni bailar en la calle, nuestro testimonio en un juicio vale la mitad que el del hombre. En caso de divorcio, la mujer no tiene derecho a la custodia de sus hijos, y el marido se puede divorciar en ausencia de la mujer», sigue Saberi. «El adulterio se castiga con la lapidación y los asesinatos de honor (cometidos por hombres) se juzgan como homicidio involuntario».

«Luchar por la igualdad en Irán es atentar contra la seguridad del Estado, y este es un delito castigado con pena de muerte»

Recientemente se han aprobado dos nuevas leyes que atentan directamente contra los derechos de las mujeres en Irán, prohibiendo la planificación familiar y el acceso a los anticonceptivos.

A pesar de que el 70 % de los estudiantes universitarios son mujeres, aún tienen vetado el acceso a estudios de Derecho o a la judicatura porque, según el Estado, «son inestables emocionalmente». Los malos tratos o la violación en el matrimonio no son delito en Irán y el matrimonio temporal, lo que Nilufar llama «prostitución religiosa» es legal: por un precio, los hombres pueden tener una esposa temporalmente. Además, la edad legal para contraer matrimonio es de 13 años para las mujeres, 10 años si lo solicita su tutor legal.

En un país donde más de 100 delitos se castigan con la pena de muerte, la edad penal está en 9 años. «En mi país —dice Nilufar—, la ley apoya lo inmoral […]. En Irán, la ley no me protege, esa es la diferencia».

SÁHARA OCCIDENTAL

Jadiyetu El MohtarLa situación de la mujer saharaui hay que mirarla desde dos perspectivas: la de las que viven en los campamentos de refugiados de Tinduf, en el sur de Argelia, y la de las que viven en los territorios ocupados por Marruecos, en el Sáhara Occidental.

Jadiyetu El Mohtar, periodista y activista saharaui, nos explica que, a diferencia de otros países árabes o musulmanes, los saharauis, al ser un pueblo de origen nómada, bebe de las profundas raíces que el matriarcado tiene en este continente y esto se refleja en la posición de las mujeres en su sociedad. «La custodia de los hijos siempre es para la madre».

«Los derechos de las mujeres no pueden esperar a que llegue la independencia»

En 1975, cuando Marruecos invade el Sáhara Occidental y comienza la guerra, son las mujeres las que levantan y gestionan los campamentos de refugiados en Tinduf. «Desde el 75, la mujer saharaui no solo lucha por sus derechos, también por la independencia —aclara Jadiyetu— con el alto el fuego, la mujer retoma la lucha por su empoderamiento». Las mujeres saharauis comienzan a asociarse y se crean Las Casas de la mujeres, que toman el relevo en la gestión de los campamentos para que la mujer, mediante proyectos de cooperación, se forme en distintas disciplinas y recupere su lugar.

En los territorios ocupados, las mujeres no gozan de los mismos derechos. También ellas lideran la resistencia pacífica, pero «denuncian violencia contra las mujeres solo por reivindicar su identidad o el derecho de las niñas a ir a la escuela». Jadiyetu relata las dificultades, sobre todo de las niñas, para continuar su escolarización por miedo a las agresiones de los colonos. «Se trata de relegar a un pueblo a la ignorancia y el analfabetismo».

Por último, nos deja una reflexión: «La mujer árabe y musulmana tiene que luchar, además de por sus derechos, también contra los estereotipos; llevar hiyab no te hace menos feminista». Y concluye «el feminismo blanco occidental no valora el feminismo árabe por esos estereotipos».

YEMEN

 Leyla Hamad,Yemen es un país de contrastes, un país eminentemente tribal, lo que determina la posición de la mujer en la sociedad, pero además ahora es un país en guerra, por lo que cualquier estructura organizativa ha saltado por los aires.

La politóloga y doctora en estudios árabes e islámicos, Leyla Hamad, nos desgrana esta complejidad. «La historia de Yemen está plagada de mujeres importantes y empoderadas por una tradición que existe que acepta a las mujeres como socias en política». El voto femenino se reconoce en el sur en el 70 y en el norte en el 97. En el Yemen anterior a la guerra, la mujer tenía libre acceso a servicios financieros, podía viajar sin autorización de un hombre y poseer tierras, pero la guerra ha convertido a la mujer en un colectivo invisible. «No es el Islam, sino la interpretación que se hace y hay tantas interpretaciones como corrientes ideológicas».

«La mujer tendrá un papel fundamental en la reconstrucción del país»

El norte de Yemen es tribal y conservador. En el sur se instauró el único régimen comunista en un país árabe. «La sociedad tribal —explica Leyla— ha ayudado a que la mujer sea más importante». Tiene acceso al trabajo, aunque suele trabajar en agricultura, un trabajo precario. El acceso a la educación también marca la diferencia. La educación no es obligatoria en Yemen, las largas distancias hasta la escuela en zonas rurales y el impago de salarios a los maestros, tras cuatro años de guerra, han dejado a 4,5 millones de niños sin escolarizar. «Con la guerra, las niñas han dejado de ir a la escuela, no son seguras». La ecuación está clara para Leyla: «Niños no escolarizados = niños soldados = matrimonio infantil».

La poligamia está admitida y no existe edad mínima para el matrimonio. Con la guerra han aumentado los matrimonios forzosos «dar una hija en matrimonio es una boca menos que alimentar». En el norte, dominado por los huzíes de mayoría chií, lo llaman matrimonios turísticos.

En Yemen, las mujeres pueden asociarse; durante la revolución de 2011 el movimiento feminista fue muy potente, manifestándose codo con codo con los hombres hasta que los partidos políticos se apropiaron de la revolución. Para Leyla «ya no hay vuelta atrás en la conquista del espacio público por parte de las mujeres». Con la guerra, el papel de la mujer cambia, se convierten en proveedoras, trabajadoras humanitarias y comienzan a mediar en el ámbito tribal.

En la actualidad, Yemen sufre la peor hambruna en 100 años. Más del 80 % de los refugiados son mujeres y la violencia contra ellas ha aumentado gravemente.