UN PINCHAZO DE CORDURA

UN PINCHAZO DE CORDURA

Amnistía Internacional lanzó su campaña #UnPinchazoJusto[1] para exigir el acceso universal a las vacunas contra la COVID-19: los gobiernos y las farmacéuticas deben compartir recursos y conocimientos renunciando temporalmente a los derechos de propiedad intelectual.

La crisis mundial de salud y de economía sin precedentes agrava las desigualdades sobre todo de las poblaciones marginadas.

Ahora se hace necesario además del pinchazo de la vacuna Un Pinchazo de Cordura.

La noche en la que acababa el Estado de Alarma las calles y plazas más céntricas de algunas ciudades se llenaron de gente enloquecida, como si de una noche de Fin de Año se tratara, sin distancia, sin mascarilla … sin dos dedos de frente. Botellones, cantos, líneas de konga, abrazos, todo vale.

La policía intentaba minimizar el riesgo de contagios y la seguridad ciudadana con poco o nulo éxito.

¿Es posible que la gente más joven entendiera que el fin del Estado de Alarma era el fin de la pandemia? No pueden ser tan ignorantes. Tal vez alguno de sus familiares estuviera todavía enfermo, pero lo más trágico es que seguro que alguno lo estará después de la gran noche. Preguntemos al sufrido personal sanitario, el que nos cuida, el que nos salva. ¿Qué pensarían al ver las imágenes?

La tendencia puede ser estigmatizar a los más jóvenes, la generalización no requiere reflexionar, es lo fácil. Pero no es lo fiable.

La primera pregunta que podemos plantear es si podía haberse previsto. La respuesta es afirmativa porque en los medios de comunicación se apuntó la previsibilidad de tales aglomeraciones.

La segunda pregunta es por qué no se intentó concienciar sobre la peligrosidad de creer que se terminaba el Estado de Alarma porque se terminaba la pandemia. Pero hay una cuestión que subyace a esta reacción alocada. No haberse esforzado por que las personas entendieran que para los gobiernos ha sido una auténtica pesadilla tener que decretar la paralización de la sociedad. Que incluso se está poniendo en evidencia que la pandemia podía haberse contenido con medidas más enérgicas tomadas con más antelación según el informe del Panel de expertos independientes nombrado por la Organización Mundial de la Salud[2]. Y que no se ha tratado de una encerrona para anular nuestra libertad sino de intentar frenar la terrible oleada de muerte que ha devastado a todos los países.

Si nos molestamos en mirar unos minutos la realidad de India, por ejemplo, donde en plena calle se montan las piras para quemar a los miles de muertos que se acumulan, ¿van a quedar ganas de organizar cadenas de kongas sin mascarilla y botella en mano para celebrar que podemos hacer lo que nos apetezca en cada momento?

Falta responsabilidad, empatía y compasión, ese sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a querer a aliviar su sufrimiento. Y eso solo se alcanza con educación en valores, en derechos humanos[3], con el fin de desarrollar las actitudes necesarias para promover el respeto y modificar las conductas perjudiciales para las demás personas.

Con tanto espacio en medios de comunicación del que se dispone, qué poquito se emplea para sembrar esa educación imprescindible para no caer en un individualismo feroz que no puede conducir más que a la desgracia colectiva.

EQUIPO COMUNICACIÓN AMNISTÍA INTERNACIONAL COMUNIDAD VALENCIANA

Emma Sopeña Balordi

Responsable de RRSS AICV

Imagen de Gordon Johnson en Pixabay

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[1] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/un-pinchazo-justo/

[2] https://news.un.org/es/story/2021/05/1491922

[3] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/educacion-en-derechos-humanos/