RELATO DESDE UN CHESTER TRAS LA TELERREALIDAD
Un programa en televisión[1] emitió una entrevista el 21 de febrero que sobrecogió a muchos espectadores. La mujer entrevistada, Fayna Bethencourt, relató su escalofriante vida tras la participación en un concurso de telerrealidad[2]. Tenía 22 años cuando conoció a quien sería su pareja y padre de sus hijos, Carlos Navarro conocido como “El Yoyas”, actualmente […]
Un programa en televisión[1] emitió una entrevista el 21 de febrero que sobrecogió a muchos espectadores. La mujer entrevistada, Fayna Bethencourt, relató su escalofriante vida tras la participación en un concurso de telerrealidad[2]. Tenía 22 años cuando conoció a quien sería su pareja y padre de sus hijos, Carlos Navarro conocido como “El Yoyas”, actualmente prófugo de la justicia, que protagonizó la primera expulsión disciplinaria del concurso por su comportamiento violento.
Fayna denunció a su pareja por la extremada violencia ejercida sobre ella durante dieciséis años, aunque retiró la denuncia, por el miedo y la dependencia que sufría: ejercía un control absoluto sobre ella. Las amenazas fueron tan terribles que interpuso una segunda denuncia, por la que su marido fue condenado a cinco años y ocho meses de cárcel. Cuando recibió la citación para presentarse en la prisión correspondiente, aprovechó para fugarse.
Uno más de los miles de casos de violencia ejercida contra la mujer. Un repugnante atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad que se produce por la situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación. Agresiones físicas y psicológicas, coacciones, amenazas, todo vale cuando se trata de someter a una mujer, de controlarla, de tiranizarla. Y no olvidemos la violencia económica: la privación de recursos para el bienestar físico y psicológico, la discriminación en lo que se refiere a los recursos compartidos en el ámbito doméstico.
¿Consecuencias? Lesiones de cuerpo y mente. Depresión, ansiedad, dificultad para relacionarse, conductas autodestructivas como autolesiones, abuso de sustancias …
Y lo que es incluso más grave: la adopción de una actitud pasiva por miedo a nuevas agresiones.
Toda violencia “se fundamenta en una relación de poder donde alguien trata de dominar a la otra persona por la fuerza, contra su voluntad; trata de obligarla a que haga lo que no desea, a que reconozca su inferioridad y dependencia con respecto a quien ejerce la violencia[3].
Fayna, a pesar del miedo y la incertidumbre de ser de nuevo agredida por el fugado, se presenta ante las cámaras con el propósito de decir bien alto que hay que denunciar y pronto.
Porque no solamente el miedo es el motivo por el que no se denuncia. Reconocer el maltrato para quienes llevan muchos años sufriéndolo resulta difícil. Ocurre con demasiada frecuencia que la persona maltratada crea que es ella la responsable del maltrato, que es “por su culpa”, por no estar a la altura de lo que el maltratador espera de ella. La mujer maltratada acaba interiorizando el discurso del agresor. Y otro factor que dificulta la denuncia: la vergüenza, vergüenza de confesar que la han golpeado, que la han amenazado, de sentirse un ser inferior al que se puede vapulear, humillar, vejar.
Y Fayna acude a la entrevista con el fin de concienciar a cualquier mujer que sufra maltrato de que el uso de la violencia NUNCA está justificado, que la persona maltratada NUNCA es la responsable, que las agresiones se repetirán si se continúa al lado del maltratador y que la mujer maltratada NO ESTÁ SOLA, la ley está de su parte.
La página web del Ministerio de Igualdad[4] aporta información muy útil para detectar el maltrato, para sensibilizar y concienciar sobre este terrible problema. Presta el servicio telefónico de información, de asesoramiento jurídico y de atención psicosocial por personal especializado a todas las formas de violencia contra las mujeres a través del número 016 o bien a través del WhatsApp 600000016 y por correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es
Las formas del maltrato son múltiples, desprecio, ridiculización, descalificación, humillación, amenazas, aislamiento, control … después viene la agresión física.
¿Por qué todavía se produce este terrible atentado?
Por estereotipos de género, por la diferencia de roles según el género, que provocan actitudes de discriminación. Por prejuicios culturales, la ideología machista que protagoniza la idea de superioridad masculina utilizando la violencia como mecanismo de control. El ansia de dominación … tantos motivos igualmente deleznables que provocan dolor y muerte. Dolor físico por las lesiones, dolor psicológico por los daños emocionales (a menudo irreversibles por el estrés postraumático), baja autoestima, aislamiento social, ansiedad, trastornos alimenticios, intento de suicidio …
Todas las personas debemos ser sensibles a esta lacra, denunciar cualquier maltrato que conozcamos, condenar las prácticas violentas que presenciemos, no ser cómplices de los estereotipos machistas por el silencio, ofrecer ayuda. Se hace necesaria la formación a todos los niveles para prevenirlo, para erradicarlo, la concienciación social en la que todos los medios de comunicación juegan un papel clave.
Por desgracia “se sigue mostrando una imagen del amor romántico basado en el sacrificio y la exclusividad, con roles de género muy marcados[5]. Es la idea del “amor fusional” en el que la individualidad y la intimidad desaparecen. Y cuando se trata de la violencia perversa, en la que todo se realiza de puertas para adentro, la violencia enmascarada que nadie ve ni sospecha, la detección resulta casi imposible y la víctima se siente incapacitada para “convencer” al exterior del maltrato que está sufriendo.
Pero es obligación de todas las personas ayudar a erradicar esta lacra, por humanidad.
Porque la violencia de género es una violación de derechos humanos.
Imagen de Alejandro Piñero Amerio en Pixabay
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https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/violencia-de-genero/
[1] “Viajando con Chester”, TV4.
[2] “Gran Hermano” emitido en Telecinco entre el 23 de abril de 2000 y el 14 de diciembre de 2017. El concurso se basa en la convivencia de un grupo de concursantes anónimos en una casa aislada del exterior y equipada con cámaras y micrófonos para grabar lo que sucede. Durante unos meses, los participantes deben intentar superar las nominaciones de sus compañeros hasta conseguir el premio final, a menos que la audiencia decida expulsarlos en caso de estar nominados.
[3] http://igualdade.xunta.gal/es/content/que-es-la-violencia-de-genero
[4]https://violenciagenero.igualdad.gob.es/informacionUtil/recursos/telefono016/home.htm
[5] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/la-violencia-de-genero-y-la-tela-de-arana/