Amnistía Internacional no se cansa de decirlo: la pena de muerte constituye una violación de derechos humanos, del fundamental, el derecho a la vida y a no sufrir tortura ni tratos y penas crueles, inhumanos y degradantes. Derechos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos[1], adoptada en 1948 por las Naciones Unidas. Poco después de […]
Amnistía Internacional no se cansa de decirlo: la pena de muerte constituye una violación de derechos humanos, del fundamental, el derecho a la vida y a no sufrir tortura ni tratos y penas crueles, inhumanos y degradantes. Derechos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos[1], adoptada en 1948 por las Naciones Unidas.
Poco después de su creación, en 1961, Amnistía Internacional comenzó a actuar contra la pena de muerte. El abogado británico, Peter Benenson[2], fundador de Amnistía Internacional, publicó un llamamiento en el diario londinense The Observer en el que hacía referencia al uso de la pena de muerte contra presos de conciencia.
Cuando Amnistía Internacional comenzó su campaña global contra la pena de muerte en 1977, la pena capital estaba abolida solo en 16 países. Al terminar 2022, 112 países habían abolido la pena de muerte para todos los delitos y 9 países la habían abolido para delitos comunes[3].
Para lograr la abolición, Amnistía Internacional hace un seguimiento del uso que algunos Estados hacen de esta forma extrema y degradante de crueldad con el fin de señalar públicamente a los países que siguen aplicándolo y hacer que rindan cuentas por ello.
El trabajo de Amnistía Internacional adopta múltiples formas: proyectos específicos basados en trabajo de incidencia y de campaña en las regiones del África Subsahariana, Asia y Oceanía, las Américas, Europa y Asia Central y Oriente Medio y el Norte de África. La Organización ejerce presión en casos de personas que se enfrentan a una ejecución inminente y respalda las acciones y el trabajo del movimiento abolicionista a escala nacional, regional y global.
Anualmente, publicamos un informe con las cifras correspondientes y las tendencias de cada país. El último, titulado Condenas a muerte y ejecuciones 2022, acaba de ser publicado este mes[4].
Es duro saber que las ejecuciones registradas en 2022 alcanzaron la cifra más alta en cinco años, un aumento del 53% respecto de 2021, encabezado por países de Oriente Medio y el norte de África[5]. Pero la pena de muerte se lleva a cabo en secreto en varios países, entre ellos China, Corea del Norte y Vietnam. Por lo tanto, la cifra global real es mucho mayor. Y sabemos que China sigue siendo el país que más ejecuciones lleva a cabo en el mundo, por delante de Irán, Arabia Saudí, Egipto y Estados Unidos.
Por si esto fuera poco, en 2022 se reanudaron las ejecuciones en cinco países —Afganistán, el Estado de Palestina, Kuwait, Myanmar y Singapur— y aumentaron en Irán, Arabia Saudí y Estados Unidos.
Sin embargo, no todas las noticias son malas: seis países abolieron la pena de muerte total o parcialmente. Y ciento veinticinco Estados miembros de la ONU piden una moratoria de las ejecuciones.
Seguimos trabajando para poner fin a las ejecuciones, para abolir la pena de muerte en todo el mundo y en toda circunstancia, un castigo inhumano.
Algunos países ejecutan a personas que eran menores en el momento de cometerse el delito por el que fueron condenadas; otros ejecutan a personas con discapacidades psíquicas e intelectuales y se aplica en juicios que vulneran el derecho internacional.
Ejecuciones que niegan el derecho humano fundamental: el derecho a la vida y son es el exponente máximo de pena cruel, inhumana y degradante.
Una pena que:
-es irreversible
-no disuade contra el crimen
-se emplea en sistemas de justicia sesgados y de forma discriminatoria
-se aplica contra las personas más vulnerables de la sociedad, incluidas las minorías étnicas y religiosas
-se usa como herramienta política
-no previene contra la delincuencia ni contra el terrorismo
-se aplica tras un telón de silencio.
Por todo ello, Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos sin excepción, independientemente de quién sea la persona acusada, de la naturaleza o las circunstancias del delito, de su culpabilidad o inocencia y del método de ejecución.
Lo sabemos: juntos podemos acabar con la PENA DE MUERTE.
Por ello, te pedimos que firmes el manifiesto[6] para que los países que aún la aplican detengan las ejecuciones de inmediato.
1. Que los países que aún aplican la pena de muerte detengan de inmediato las ejecuciones.
2. Que los países que han abandonado ya las ejecuciones eliminen definitivamente la pena de muerte de su legislación.
3. Que todas las condenas a muerte se conmuten por penas de prisión.
FIRMA:
https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/manifiesto-contra-la-pena-de-muerte/#ai-accion-firma
ÁREA DE COMUNICACIÓN AMNISTÍA INTERNACIONAL COMUNIDAD VALENCIANA
A.Emma Sopeña Balordi
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Amnistía Internacional Valencia
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46001 Valencia
(34) 96 3913984
[1] https://www.amnesty.org/es/what-we-do/universal-declaration-of-human-rights/
[2] Amnistía Internacional fue fundada en 1961 por el abogado británico Peter Benenson. Inspirado en el caso de unos estudiantes portugueses encarcelados por brindar por la libertad en su país, publicó el artículo «The Forgotten Prisoners” (Los presos olvidados) en el diario The Observer.
[3] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/pena-de-muerte/
[4] https://www.amnesty.org/es/documents/act50/6548/2023/es/
[5] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/la-pena-de-muerte-en-2022-las-ejecuciones-alcanzaron-la-cifra-mas-alta-de-los-ultimos-cinco-anos/
[6] https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/manifiesto-contra-la-pena-de-muerte/#ai-accion-firma
