Comunidad Valenciana
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Hemos asistido con vergüenza e indignación a los hechos acaecidos en el estadio Mestalla de Valencia. Los insultos al jugador Vinicius ponen al descubierto de nuevo la lacra racista que se perpetúa en muchos estadios de fútbol. Vinicius fue insultado el domingo 21 de mayo, el partido continuó tras una breve interrupción y acabó expulsado […]

Hemos asistido con vergüenza e indignación a los hechos acaecidos en el estadio Mestalla de Valencia. Los insultos al jugador Vinicius ponen al descubierto de nuevo la lacra racista que se perpetúa en muchos estadios de fútbol. Vinicius fue insultado el domingo 21 de mayo, el partido continuó tras una breve interrupción y acabó expulsado por agresión a un jugador del Valencia. Hubo más agresiones, pero el único expulsado fue el futbolista insultado.

Esta no es la primera vez que Vinicius sufre episodios racistas. El 25 de enero apareció una pancarta antes de un derbi madrileño con un mensaje de odio en un muñeco con la camiseta de Vinicius colgando de un puente.

Y España, tras este escándalo, ha estado en el punto de mira de los medios de comunicación de medio mundo. Lula Da Silva, presidente del Gobierno brasileño, en su comparecencia en la cumbre del G7, ha exigido directamente responsabilidades al Gobierno español. Desde los representantes de los particos políticos – en un momento tan crucial como el actual en vísperas de elecciones – hasta la fiscalía y la magistratura han tenido que reaccionar.

Queremos creer que España no es un país racista – aunque hay personas racistas, por desgracia, como en todos los países -. Pero lo que es evidente es que estas conductas son frecuentes en los grupos ultras del fútbol. Da igual que la persona que ha sido insultada vergonzosamente haya hecho gestos inapropiados, nada justifica esos comportamientos racistas degradantes. El racismo no tiene justificación alguna.

Para evitar insultos racistas, la Liga estableció un protocolo en 2017 y lo creó la FIFA – el máximo organismo internacional del fútbol -. Por lo tanto, es aplicable a todas las federaciones asociadas. Cuando ocurre un incidente de este tipo, “el árbitro debe interrumpir el partido y pedir por megafonía que cesen los insultos. Si los insultos persisten, se vuelve a parar el partido, los jugadores son enviados a vestuarios y se lanza una última advertencia por megafonía. Por último, si los hechos se repiten, el árbitro suspenderá definitivamente el partido previa consulta con los equipos”[1].

¿Se siguió el protocolo?

No. Puesto que, aunque se paró el partido ante el primer insulto y se pidió por megafonía que cesaran los insultos, no cesaron, pero los jugadores NO fueron enviados al vestuario. En realidad, en España nunca se ha suspendido un partido de fútbol por insultos racistas.

Por lo tanto, si no se aplican las medidas que pueden atajar tales desmanes, los episodios insultantes se repetirán porque les sale gratis.

Pero parece que el escándalo ha levantado ampollas y el Valencia ha procedido a la apertura de un expediente disciplinario y ha comunicado que ya hay personas identificadas responsables de los insultos y está trabajado con la Policía para encontrar al número exacto de implicados[2].

El Comité de Competición, a los tres días del partido, ha sancionado a la entidad valencianista en una resolución que decreta el cierre de una grada de Mestalla durante cinco partidos tras el análisis de decenas de grabaciones de lo sucedido el domingo en Mestalla.

Por su parte, la Fiscalía de Valencia ha decidido incoar de oficio diligencias para investigar el presunto delito de los insultos racistas de Mestalla. Puede suponer un delito de odio, que conlleva penas de cárcel de entre uno y cuatro años de cárcel, o bien puede tratarse de un delito contra la integridad moral, que va de los seis meses a los dos años de prisión, siendo ambas acumulables[3].

Y aquí es donde está la cuestión trascendente: para que exista una condena por delito de odio, según la jurisprudencia del Tribunal Supremo tiene que existir un peligro cierto de que esa expresión vejatoria pueda acabar en actos específicos de violencia y discriminación contra esa persona.

Por otra parte, puede haber sanciones a través de la Ley contra la Violencia, el Racismo y la Xenofobia en el Deporte[4], que recoge sanciones que van hasta los 650.000 euros, prohibición de acceso a los estadios o la clausura parcial o total de estos recintos deportivos[5].

Hace tiempo que Amnistía Internacional lanzó una campana para combatir el discurso de odio, precisamente en torno a las elecciones de 2019, con el fin de que no prosperaran los discursos de odio y los mensajes demonizadores que intentan enfrentar a las personas. Convendría recordarlo.

Sí. Convendría, porque “los últimos datos indican la tendencia ascendente de normativas, prácticas y comportamientos racistas y xenófobos en los últimos años”[6]. El informe de 2022 de S.O.S Racismo[7] ofrece abundantes datos de las distintas situaciones de estigmatización y racismo que sufren las personas racializadas, gitanas, refugiadas y migradas: dificultad de acceso a los recursos y derechos sociales, civiles y políticos, así como seguir siendo la diana de situaciones discriminatorias, agresiones racistas y delitos de odio.

Todas las personas tienen derecho a expresarse libremente, incluso aunque puedan resultar ofensivas las palabras. Pero cuando se trata de un discurso de odio, ¿cómo equilibrar el derecho de unas personas a expresar su opinión frente a otras a no sufrir discriminación? No hay una definición formalmente acordada de “discurso de odio”, pero se entiende que es toda forma de expresión que discrimina o atenta contra alguien por su identidad, como su raza, nacionalidad o género. La libertad de expresión debe restringirse cuando incita a la discriminación, hostilidad o violencia contra una persona o grupo de personas en particular. Para que consideremos que unas palabras son discurso de odio hay que atender a la intención de quien se expresa, a la probabilidad de que otras personas respondan a la incitación.

Y volviendo al caso que nos ocupa, toda expresión racista es intolerable, porque los discursos demonizadores consideran que hay seres humanos superiores a otros.

El derecho internacional permite establecer límites al ejercicio de la libertad de expresión, como en el caso de la apología del odio, proteger los derechos de otras personas a no sufrir discriminación.

“Hacer frente al discurso de odio no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discurso degenere en algo más peligroso, como la incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia, que están prohibidas por el derecho internacional”[8].

Por lo tanto, las normas internacionales de derechos humanos establecen que no pueden permitirse las expresiones de odio racial que constituyen incitación directa a la discriminación, la hostilidad o la violencia.

España carece de una legislación antidiscriminatoria que ofrezca una protección efectiva a todas las víctimas de discriminación. Pero la lucha contra la discriminación exige no solo describir con precisión las acciones u omisiones que se consideran discriminatorias y que constituyen delito, sino también que las autoridades le den una respuesta integral, con medidas orientadas a la educación en derechos humanos.

Aquello de que “no soy racista, pero…” no vale. No hay “peros” que valgan, ni excusas ni justificaciones ante los insultos degradantes por razones de raza, insultos que, en el caso de los ánimos exaltados de los campos de fútbol, incitan a la violencia.

La discriminación por motivos de raza o etnia está prohibida, sí, pero admitámoslo: continúa habiendo racismo y xenofobia en nuestro país, y solamente admitiéndolo, sin tapujos ni eufemismos, seremos capaces de hacerle frente con voluntad de erradicar esta vergonzosa lacra que atenta gravemente contra los derechos humanos por odio y discriminación.

ENLACES

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/somos-o-no-somos-racistas-en-espana/

https://sosracismo.eu/wp-content/uploads/2023/01/20221230-Informe-2022-SOS-Racismo..pdf

https://www.uimp.es/actualidad-uimp/esteban-beltran-presidente-de-amnistia-internacional-espana-el-crecimiento-de-los-discursos-de-odio-pone-en-juego-nuestra-democracia.html

https://redescuelas.es.amnesty.org/recursos-educativos/recurso/articulo/discursos-de-odio/

ÁREA DE COMUNICACIÓN AMNISTÍA INTERNACIONAL COMUNIDAD VALENCIANA

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c/Carniceros, 14, bajo, derecha

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(34) 96 3913984


[1] https://www.lasexta.com/programas/lasexta-clave/aplico-bien-protocolo-canticos-racistas-arbitro-paro-partido-suspendio-como-dice-fifa_20230522646bc2e0ea31940001aee1ca.html?eml=eml:pck-lasexta:f-bloque:go-NL_22052023:th-clavescafe:tc-sociedad:dl-NL_22052023

[2] https://www.marca.com/futbol/valencia/2023/05/22/646b57ee268e3e32168b45cf.html

[3] https://www.lasexta.com/programas/lasexta-clave/futuro-caso-vinicius-tribunales-puede-haber-penas-prision-canticos-racistas_20230522646bc2586cbd630001b74df6.html?eml=eml:pck-lasexta:f-bloque:go-NL_22052023:th-clavescafe:tc-sociedad:dl-NL_22052023

[4] https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2007-13408

[5] https://www.lasexta.com/programas/lasexta-clave/futuro-caso-vinicius-tribunales-puede-haber-penas-prision-canticos-racistas_20230522646bc2586cbd630001b74df6.html?eml=eml:pck-lasexta:f-bloque:go-NL_22052023:th-clavescafe:tc-sociedad:dl-NL_22052023

[6] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/somos-o-no-somos-racistas-en-espana/

[7] https://sosracismo.eu/wp-content/uploads/2023/01/20221230-Informe-2022-SOS-Racismo..pdf

[8] https://www.un.org/en/genocideprevention/documents/advising-and-mobilizing/Action_plan_on_hate_speech_ES.pdf