LA EDAD COMO DISCRIMINACIÓN

8 enero, 2024 por Amnistia Internacional Comunidad Valenciana

Derechos humanos

La discriminación por motivos de edad o “edadismo” es un término que creó el psiquiatra, gerontólogo y escritor Robert Butler para referirse a la discriminación hacia las personas mayores. Fue un gran defensor de la dignidad en la vejez y de los derechos de las personas de edad avanzada[1]. Butler definió el “edadismo” como una […]

La discriminación por motivos de edad o “edadismo” es un término que creó el psiquiatra, gerontólogo y escritor Robert Butler para referirse a la discriminación hacia las personas mayores. Fue un gran defensor de la dignidad en la vejez y de los derechos de las personas de edad avanzada[1].

Butler definió el “edadismo” como una combinación de tres elementos conectados. Entre ellos se encuentran:

-Las actitudes negativas hacia las personas mayores, la vejez y el proceso de envejecimiento.

-Las prácticas discriminatorias contra las personas mayores.

-Las prácticas institucionales y políticas que perpetúan los estereotipos sobre las personas mayores.

Nuestra sociedad transmite una imagen negativa del envejecimiento, por ejemplo, en Wikipedia a los ancianos se les considera “débiles, vulnerables y prescindibles”[2].

Pero no solo sufren discriminación las personas ancianas por causa de su edad. Vivimos discriminación por causa de la edad en innumerables aspectos de nuestra vida, o mejor dicho a lo largo de diversos periodos de nuestra vida. Cuando somos jóvenes porque se impone una edad mínima para votar, para conducir, para acceder a diversas opciones en la vida[3] basadas en la suposición de madurez suficiente del individuo, que suele oscilar entre los 16 y los 18 años, aunque éste es un concepto que puede variar en cada sociedad.

Puede parecer un asunto trivial, pero cuando se trata de temas tabú para la sociedad (por ejemplo, la interrupción del embarazo) surgen los conflictos entre diferentes ideologías.

Por otra parte, establecer límites etarios en la población más joven tiene beneficios para proteger el derecho a la educación (evitar el trabajo infantil) o el adecuado desarrollo psicosocial de las niñas, evitando matrimonios infantiles pactados. Se trata de una discriminación etaria positiva.

En lo que al ámbito laboral se refiere, cuando ya somos oficialmente adultos (alcanzamos la mayoría de edad, actualmente en España fijada en los 18 años), resulta bastante difícil encontrar un trabajo adecuadamente remunerado, la “falta de experiencia” dificulta la contratación. El trato paternalista o ningunear al joven son varias de las discriminaciones que podemos observar, además de la calidad de los contratos o la remuneración. También la dificultad para independizarse (encontrar una vivienda adecuada y asequible) y para ser escuchados en el ámbito político[4].

En el otro extremo etario, la discriminación surge por el rechazo al envejecimiento. Según un estudio de Amnistía Internacional Bélgica, una de cada cuatro personas mayores de 55 años que seguían trabajando consideraba que recibía un trato diferente. La discriminación por edad de las personas mayores es considerada como menos grave por los tribunales lo que facilita que las empresas se deshagan fácilmente de los trabajadores antes de llegar a la edad de jubilación[5].

Según un estudio de la agencia Ranstad[6] actualmente (noviembre 2023) hay más de 400.000 parados de más de 50 años en España, representan el 29% de las personas desempleadas.

Otro dato que nos aporta el estudio de Amnistía Internacional es que en África, Asia y Oriente Medio solamente un 30% de personas mayores perciben una pensión, mientras que en el mundo occidental la perciben el 68%, siendo ésta el único medio de subsistencia para muchas personas jubiladas. A estos datos hay que añadir la “brecha de género”, es decir las mujeres mayores suelen recibir pensiones aún menores que sus coetáneos masculinos (tienen que abandonar sus trabajos con más frecuencia que sus parejas, para cuidar a niños o ancianos, o porque han dedicado su vida al cuidado doméstico y no han cotizado para tener una pensión, por lo que su pensión es menor o no tienen acceso a pensión).

¿Qué sucede en tiempos de crisis?

Amnistía Internacional también ha encontrado que, en tiempos de crisis y guerras, las personas mayores son discriminadas por diferentes motivos. Durante un conflicto, muchas personas mayores se ven obligadas a desplazarse y se enfrentan a numerosos retos económicos. La discriminación por motivos de edad suele formar parte de las respuestas humanitarias, de modo que las personas mayores a menudo tienen problemas para acceder a la atención sanitaria, alimentos, ayuda económica y vivienda de forma adecuada.

En Myanmar, Amnistía detectó que a las personas mayores desplazadas se las excluía con frecuencia de los programas de formación y asistencia para la subsistencia de comunidades desplazadas, en gran parte debido a suposiciones y actitudes por motivos de edad.

La respuesta humanitaria en Bangladesh para las personas rohinyá refugiadas ignoró la problemática particular de las personas mayores y no atendió sus derechos y necesidades, incluidos los relativos a la salud, el saneamiento, los alimentos, el agua y la participación[7].

Un ejemplo dramático de la discriminación por edad son los sucesos vividos especialmente en algunas residencias de ancianos de Madrid durante la pandemia. Dejaron de atenderse a muchos residentes por prever que no saldrían adelante porque eran muy mayores o tenían enfermedades que hacían suponer un mal pronóstico (incluso enfermos de Alzheimer), porque “de todas formas habrían fallecido”.
En estos sucesos Amnistía Internacional denuncia cinco violaciones de derechos humanos: a la salud, a la vida, a la no discriminación, a la vida privada y familiar y a una muerte digna[8].

Además de la exclusión discriminatoria a los servicios sanitarios, a los residentes se les aisló y se les mantuvo con muy poca comunicación con sus familiares y con el mundo exterior, privándoles, tanto a las personas cercanas a la muerte como a sus familias de una despedida y gestión de la pérdida.

En general es fácil que en cualquier otra circunstancia no se tenga en cuenta la opinión de los mayores (por ejemplo, en las consultas médicas), se les trate como niños, ofreciéndoles explicaciones simplistas como si, con la edad, dejasen de entender lo que se les dice, o por el contrario no se les facilite un acceso sencillo a trámites que se han trasvasado a las redes informáticas: bancos y trámites oficiales[9]. Además, van cerrando cada vez en mayor número oficinas bancarias, especialmente en poblaciones pequeñas, que es en donde viven más personas mayores que, no solo tienen dificultades con los medios telemáticos sino también con los desplazamientos a localidades mayores en donde sí hay servicios.

Amnistía Internacional está trabajando para que se ponga fin a la discriminación por motivos de edad y se elaboren leyes que protejan los derechos de las personas mayores. Por ello considera importante que se convoque una convención en la ONU para proteger sus derechos[10].

¿Cómo podemos hacer frente al edadismo?

Tratando al envejecimiento como una etapa más de la vida.
Reconociendo la diversidad en la vejez: no todos envejecemos igual y se deben reconocer las necesidades que los cambios en la edad producen.
Promoviendo una participación informada de las personas ancianas en la toma de decisiones, especialmente en aquellas que les afectan directamente[11].

Imagen de Ellen en Pixabay

EQUIPO DE COMUNICACIÓN AMNISTÍA INTERNACIONAL COMUNIDAD VALENCIANA

Maite Redondo Giménez

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Amnistía Internacional Valencia