EL LAVADO SUCIO DEL «Sportswashing»

26 febrero, 2024 por Amnistia Internacional Comunidad Valenciana

Derechos humanos

Sportswashing es un término anglosajón que, según la Fundéu[1] está formado por las palabras sports, que podríamos traducirlo por deportivo y whitewashing, término que procede de la industria del cine para designar la interpretación por parte de actores de raza blanca a personajes pertenecientes a otros grupos étnico (blanqueamiento cinematográfico o fílmico). La Fundéu lo […]

Sportswashing es un término anglosajón que, según la Fundéu[1] está formado por las palabras sports, que podríamos traducirlo por deportivo y whitewashing, término que procede de la industria del cine para designar la interpretación por parte de actores de raza blanca a personajes pertenecientes a otros grupos étnico (blanqueamiento cinematográfico o fílmico). La Fundéu lo traduce como encubrimiento o lavado de imagen[2].

El acrónimo remite directamente a su significado: lavado de imagen a través del deporte.

2022 fue bautizado como el año del sportswashing debido a la cantidad de eventos deportivos organizados por países cuyo respeto por los derechos humanos están absolutamente en entredicho.

Eventos que pretenden ocultar las atrocidades que se cometen en los países a base de patrocinar o comprar equipos limpiadores de imagen en el extranjero utilizando la fascinación que provocan los macroeventos deportivos. Y así incluso los estadios cambian sus nombres históricos por los de marcas internacionales. Bayern Munich es ahora Allianz Arena, Estadio Metropolitano es Wanda Metropolitano, Juventus es Allianz Stadium.

Así pues, este blanqueamiento es una estrategia que utiliza el patrocinio deportivo para limpiar su reputación. Según al Collins Dictionary, “es la estrategia por la cual algunos de los gobiernos que menos respetan los derechos humanos buscan limpiar su imagen dentro, pero sobre todo fuera de sus fronteras, a través de su vinculación con el deporte”, explica Amnistía Internacional en diferentes campañas[3].

Y así vemos que la Supercopa de España no se disputa en España sino en Arabia Saudí y que el rally París Dakar ni sale de París ni llega a Dakar.

¿Quién utiliza el sportswashing? Personajes públicos, países, instituciones… Amnistía Internacional ha popularizado el uso de este término para denunciar el uso del deporte por parte de Gobiernos que no respetan los derechos humanos y pretenden blanquear su imagen y desviar la atención de una realidad vergonzosa.

La práctica del sportwashing no es nueva, tenemos ejemplos históricos el Mundial de Fútbol celebrado en la Italia de Mussolini en 1934 así como los Juegos Olímpicos milimétricamente organizados por la Alemania de Hitler en 1936. Lo único nuevo es el uso del término. Parece que se empezó a utilizar en 2015 con la celebración de los Primeros Juegos Europeos en Azerbaiyán, un país donde los derechos humanos no son respetados.

En la actualidad, si hubiera una liga de países candidatos al uso del blanqueamiento deportivo, en el pódium estaría Qatar, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. En octubre del pasado año, el diario británico The Independent publicó que un fondo de inversión vinculado a Arabia Saudí se había interesado en comprar el Valencia CF[4]. En 2021 este fondo de inversión presidido por el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, adquirió el Newcastle de Inglaterra por unos 350 millones de euros[5]. Este fondo soberano estaría detrás de las inversiones millonarias que en el mundo del deporte está haciendo el país asiático.

El fútbol fue uno de los primeros deportes en caer rendido a los petrodólares. Le siguieron la Fórmula 1, el boxeo, el pádel, el golf, el criquet e incluso la organización de unos juegos de invierno en un país en el que el 95 por ciento de su superficie es desértica.

Ahora le ha tocado el turno al tenis. La Asociación de Tenistas Profesionales, la ATP, entidad que organiza los circuitos de tenis masculinos, ya negocia con la potencia de Oriente Medio para desarrollar infraestructuras y acontecimientos relacionados con el tenis y aspiran a albergar un Masters 1000 allí[6] en 2025. Los Masters 1000 son los torneos más importantes después de los Grand Slam.

Uno de los últimos movimientos de blanqueamiento ha sido el fichaje del tenista español Rafa Nadal como embajador de la Federación de Tenis de Arabia Saudí. El acuerdo lo dio a conocer él mismo en unas declaraciones sorprendentes: “Donde quiera que mires puedes ver crecimiento y progreso”, “Estoy ilusionado de formar parte de este proyecto”[7].

Arabia Saudí, ese país de crecimiento y progreso del cual habla Nadal es el mismo que, según la inteligencia norteamericana, descuartizó al periodista disidente Jamal Khashoggi en la embajada de Estambul[8]. Un país donde las mujeres son ciudadanas de segunda clase, las personas LGTBI padecen total discriminación, los trabajadores y trabajadoras migrantes viven en condiciones de semiesclavitud, los activistas y opositores son encarcelados y donde cada año se ejecuta a centenares de personas. Un país que quiere mostrar la cara amable con deportistas de élite (Rafael Nadal, John Rahm o Cristiano Ronaldo, entre otros) y eventos deportivos como la Supercopa española de fútbol, el Rally Dakar o grandes premios de Fórmula 1, pero que no enseña la otra cara, la que condena a muerte y ejecuta cada año a cientos de personas, reprime de manera brutal la libertad de expresión condenando a penas de entre 10 y 45 años de prisión simplemente por expresarse pacíficamente en Internet[9].

Amnistía Internacional considera que las autoridades saudíes seguirán dedicando miles de millones de dólares para tratar de rehabilitar su imagen, seguirán organizando grandes acontecimientos deportivos y atrayendo a estrellas internacionales pero ninguna suma millonaria podrá enmascarar la represión que se ejerce en ese país.

Gracias a los grandes beneficios por la venta de gas y petróleo, Qatar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos son los mayores ejemplos de países que tienen en el sportswashing una estrategia clara y mantenida para limpiar su imagen. Pero no son los únicos. Amnistía Internacional hace un repaso de tantos y tantos países en un artículo que conviene leer y no olvidar[10]

Por todo ello, Amnistía Internacional exige a todos los Estados:

– que pretendan organizar grandes eventos deportivos que garanticen que estos eventos respetan los derechos humanos

– que las instituciones que conceden la organización de estos eventos identifiquen, prevengan, mitiguen y reparen los problemas de derechos humanos relacionados con los eventos deportivos y utilicen su influencia para impedir que se comentan vulneraciones de derechos humanos vinculadas a su actividad[11].

FIRMA el manifiesto contra el sportswashing para que en los eventos deportivos haya una máxima: el juego limpio.

https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/sportswashing-blanqueamiento-deportivo-mar23/?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_content=Web_petition-manifiesto_sportswashing-20240201&utm_campaign=Web_petition-manifiesto_sportswashing-ES_Deporte-Amnesty-Spain

Imagen de Chang Hun Song en Pixabay

ENLACES

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/cuanto-dinero-valen-los-derechos-humanos-a-la-hora-de-organizar-un-mundial/

https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/arabia-saudi-dos-caras-ene24/?utm_campaign=com_pai_arabia_ene24&utm_content=Web_petition-arabia_ene24&utm_medium=compartir&utm_source=twitter