Habíamos hablado en este blog sobre el derecho a la protesta[1], que ha jugado un papel decisivo en ocasiones en la historia de la defensa de los derechos humanos. El derecho a la protesta pacífica, que las autoridades tienen la obligación de respetar, no interfiriendo en ella y protegiendo a las personas que la ejercen […]
Habíamos hablado en este blog sobre el derecho a la protesta[1], que ha jugado un papel decisivo en ocasiones en la historia de la defensa de los derechos humanos. El derecho a la protesta pacífica, que las autoridades tienen la obligación de respetar, no interfiriendo en ella y protegiendo a las personas que la ejercen frente a actos violentos de quienes pretenden silenciarlas. Se trata de personas que se unen en acciones colectivas con el fin de defender sus derechos.
Posteriormente, y con ocasión de la II Trobada de Joves Activistes que tuvo lugar el 25 de marzo, volvimos sobre el tema[2].
Ya vimos cómo el derecho a la libertad de expresión y de protesta puede ser restringido con el fin de proteger los derechos de otras personas o colectivos, como en el caso de la apología del odio o discurso de odio. Lo cual no puede confundirse con las expresiones que puedan ofender, escandalizar o molestar.
Recordemos que odiar no es un delito, es un sentimiento, pero según el artículo 510[3] se puede condenar si se incita directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra grupos o personas por motivos de raza, sexo, religión o ideología[4].
En esta ocasión vamos a hablar de desobediencia civil – tema menos divulgado, aunque estrechamente relacionado con la libertad de expresión y el derecho a la protesta -, que podría entenderse como los actos públicos que se oponen a una ley o una política del Gobierno de una nación porque se considera que son injustos. No se trata pues de ir contra una persona o grupo de personas sino de una acción colectiva provocada por un desacuerdo, disconformidad con una situación como consecuencia de una ley o disposición de un Gobierno.
Cuando tratamos con nuestra juventud temas de educación en derechos humanos como lo hace continuamente el Equipo de Educación de Amnistía Internacional Valencia, visitando centros escolares, organizando talleres, exposiciones y debates, no se olvida el tema de este blog.
John Rawls define la desobediencia civil como unacto público, no violento, político y consciente, con el propósito de modificar una ley o un programa de gobierno[5].
La finalidad de los actos de desobediencia civil es provocar una reflexión en la ciudadanía con el fin de revertir la injusticia, concienciar e invitar a la movilización.
Se ampara en el ejercicio de tres derechos fundamentales reconocidos en la Constitución: libertad de conciencia, libertad de expresión y participación política[6]. Libertad de expresión al transmitir un mensaje de denuncia, libertad de conciencia pues no combatir una injusticia es incompatible con los principios éticos, y participación política para mejorar la vida de la ciudadanía a través de la denuncia de la injusticia.
En el ejercicio de la desobediencia civil las personas que lo ejercen pueden ser arrestadas, pero el arresto no puede ejercerse de manera indiscriminada y debe existir un motivo que lo justifique. Por ejemplo, no se puede utilizar para impedir una manifestación pacífica, lo que supondría una violación a la libertad de expresión.
A lo largo de la historia, la ciudadanía ha ejercido la desobediencia civil y ha alcanzado grandes logros sociales consiguiendo incluso derrocar regímenes opresivos. Baste recordar la Marcha de la Sal de Gandhi[7], la lucha de Nelson Mandela contra el apartheid, las protestas en Irán por la muerte de Mahsa Amini…
Las libertades civiles permiten que las personas actúen con libertad, forman parte de los derechos fundamentales y entre esas libertades está la desobediencia civil, un derecho e incluso una obligación moral para protestar por situaciones políticas, económicas o sociales injustas. Recordemos que muchos de los derechos que damos por sentados surgieron como resultado de la protesta: los derechos humanos, los derechos de las mujeres, la lucha por el sufragio femenino, los derechos de los trabajadores[8].
Se trata de una llamada de atención inspiradora a toda la ciudadanía que conduce al debate político al aumentar la presión social.
Amnistía Internacional está comprometida con la protección de todos los derechos humanos para todas las personas, especialmente el derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica. Y cuando las acciones se llevan a cabo de forma no violenta, deben estar protegidas en virtud de esos derechos.
La Organización se compromete siempre a no hacer uso de la violencia ni impulsar el odio y respeta siempre los principios de no violencia en su respuesta a una violación o amenaza de violación de un derecho humano como es el de la protesta: una llamada de atención de la ciudadanía para el debate sobre los derechos humanos. Y esa enseñanza es la que la educación en derechos humanos inculca.
Imagen de Imagen de Flore W en Pixabay
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A.Emma Sopeña Balordi
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[1] https://blogs.es.amnesty.org/comunidad-valenciana/2022/10/19/yo-protesto-tu-protestas/
[2] https://blogs.es.amnesty.org/comunidad-valenciana/2024/04/02/jovenes-activistas-y-la-defensa-del-derecho-a-la-protesta/
[3] https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2019-7771
[4][4] https://www.inclusion.gob.es/oberaxe/ficheros/documentos/Informe_Delitos_Odio_Final.pdf
[5] https://studentsforliberty.org/es/blog/la-desobediencia-civil-desde-john-rawls/
[6] https://www.elsaltodiario.com/conquista-derecho/que-es-la-desobediencia-civil
[7] Un acto simbólico para protestar por el impuesto que el gobernante británico imponía sobre la sal india y por la Ley de la sal que prohibía que los indios la produjeran.
[8] https://rebellion.global/es/blog/2020/11/03/civil-disobedience-examples/
