Comunidad Valenciana
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Amnistía Internacional Valencia organizó el día 10 una interesante mesa redonda sobre el tema “Los Derechos humanos: retos de futuro” en Ca Revolta de Valencia. Participaron como ponentes María José Alemany, presidenta de Derecho a Morir Dignamente Valencia, Rubén Martínez Dalmau, profesor de Derecho Constitucional de la UV y Anna Oliver, presidenta de Acció Cultural […]

Amnistía Internacional Valencia organizó el día 10 una interesante mesa redonda sobre el tema “Los Derechos humanos: retos de futuro” en Ca Revolta de Valencia.

Participaron como ponentes María José Alemany, presidenta de Derecho a Morir Dignamente Valencia, Rubén Martínez Dalmau, profesor de Derecho Constitucional de la UV y Anna Oliver, presidenta de Acció Cultural País Valencià.

Olga Franco, coordinadora de Amnistía Internacional Valencia, presentó a los intervinientes e introdujo el tema haciendo una panorámica de la situación en que se encuentran los derechos recogidos en la Declaración de 1948.

El auge del discurso autoritario ante los derechos de las mujeres y el fenómeno migratorio, la terrible crisis de Gaza y la invasión de Ucrania ejemplifican un retroceso en la defensa universal de los derechos humanos, objetivo de Amnistía Internacional. Ante una perspectiva tan desoladora, cabe la esperanza de una reacción popular en todo el mundo de miles de personas que se han alzado y protestado, mostrando su solidaridad ante los abusos que impiden el avance hacia un mundo más justo.

¿Han caducado los derechos humanos recogidos en la Declaración Universal de 1948?

Rubén Martínez Dalmau destacó que la Declaración de DDHH supuso establecer un consenso mundial, una base enumerativa de derechos que de ningún modo han caducado, si bien sería necesario incorporar los derechos sociales. 

Mª José Alemany consideró que hoy en día la Declaración sigue siendo válida, si bien habría que ampliarla incorporando la perspectiva de derechos que no se tuvieron en cuenta hace 76 años. 

Anna Oliver apuntó que, pese a que la nómina de derechos incluidos no ha caducado, la falta de garantías en su respeto sí hacen de la Declaración un papel mojado en la realidad. Añadió que a los incumplimientos hay que sumar una perversión de términos como el de “libertad” o “derecho a la vida” que, en los últimos tiempos, sirven para justificar políticas regresivas contra las mujeres.

¿Hace falta un cambio o refundación de la ONU?

Rubén Martínez Dalmau expuso que la fundación de la ONU respondió a la situación mundial tras la Segunda Guerra Mundial y la configuración de sus órganos, a la correlación de fuerzas de aquel momento histórico. Sería necesario modificar la ONU y dotarla de herramientas efectivas para la defensa de los derechos humanos. 

Anna Oliver destacó que en la ONU mandan los países que aportan más dinero, lo que corrompe el funcionamiento del organismo. Además, no dispone de mecanismos de control interno, lo que limita aún más su acción eficaz. 

Mª José Alemany incidió en la necesaria modificación de la ONU para convertirla en una institución más democrática, en la que la sociedad civil tenga un papel importante, ya que se gestó como un organismo de gobiernos con el discutible derecho a veto de los más poderosos. Serían imprescindibles mecanismos de vigilancia que pudieran controlar, por ejemplo, la carrera armamentística.

¿Qué derechos habría que añadir a la Declaración de DDHH?

Mª José Alemany planteó que la Declaración debería añadir el derecho a morir dignamente. La esperanza de vida se alarga, no así la calidad de la vida en la vejez y en la enfermedad. Cuando se pierde lo que cada uno considera que es “una vida digna”, sea la capacidad de valerse por uno mismo, de comunicarse o de no sufrir dolor, es un derecho humano elegir el momento de morir. Cuando la vida no es vida, se ha de tener el derecho a finalizarla. 

Por su parte, Anna Oliver apuntó como derechos incorporables el derecho a vivir la paz, los derechos digitales, el derecho a la no explotación sexual y los derechos lingüísticos. La Declaración debería incluir el derecho a la propia lengua, a su uso y protección, cuya defensa no se puede hacer valer. 

Rubén Martínez Dalmau expuso que a la Declaración le falta un enfoque que supere el antropocentrismo y avance hacia una dimensión ecocéntrica, de la naturaleza. La lucha contra el cambio climático impone que los ordenamientos jurídicos tengan una visión biocéntrica. En esa línea se han redactado las Constituciones de Canadá, Nueva Zelanda y algunos países sudamericanos como Colombia. También los ríos y mares tienen derechos, como en España hizo la Ley de 2022 que reconoció los derechos del Mar Menor. La perspectiva de los derechos humanos se ha de ampliar a los derechos de la naturaleza.

¿La ciudadanía conoce la Declaración de los Derechos humanos? ¿Está dispuesta a defenderlos o suponen un ataque a sus privilegios?

Mª José Alemany opinó que, aunque la gente conoce de un modo general el contenido de la Declaración, el problema estriba en su defensa, que se le atribuye al Estado. Puede que no se vea claramente el peligro a perder los derechos adquiridos. Se percibe también un discurso reaccionario contra la inmigración que hace creer a la gente que los derechos de los inmigrantes repercuten negativamente en los derechos de la población originaria de los países.

Anna Oliver destacó que los derechos humanos son conocidos por la población del mundo occidental, pero se entra en contradicción ante la idea de que la defensa de los derechos de “los otros” -los explotados, los pobres…- pueda significar la renuncia a los privilegios propios.

Rubén Martínez Dalmau planteó que el desarrollo de los sistemas democráticos y de derechos se relaciona y surge de una construcción moral colectiva. La lucha por los derechos es siempre una lucha por la democracia. La reivindicación de la defensa de los derechos humanos ha de incluir la defensa de los derechos ecológicos. Se trata de una lucha muy larga que choca con los intereses de una enorme concentración de poderes económicos y políticos. El objetivo es conseguir un sistema de derechos que nos permita la posibilidad de ser personas íntegras, sin que nadie quede excluido. No podemos no ser optimistas porque hay mucha gente actuando en este sentido que puede ir cristalizando socialmente. Se trata de que se produzcan cambios hacia una visión holística de los derechos humanos que permitan vidas plenas en armonía con la naturaleza.

ÁREA DE COMUNICACIÓN AMNISTÍA INTERNACIONAL COMUNIDAD VALENCIANA

Yolanda Verdú

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