El 30 de enero celebramos el día mundial de educación para la paz, realizándose diversos actos en las Entidades Territoriales de Amnistía Internacional en la Comunidad Valenciana. Concretamente, en Elche se organizó un cinefórum alrededor de la película “Hotel Rwanda”(2004). A la proyección asistieron un grupo de profesores que participaban en el seminario para la […]
El 30 de enero celebramos el día mundial de educación para la paz, realizándose diversos actos en las Entidades Territoriales de Amnistía Internacional en la Comunidad Valenciana. Concretamente, en Elche se organizó un cinefórum alrededor de la película “Hotel Rwanda”(2004).
A la proyección asistieron un grupo de profesores que participaban en el seminario para la formación del profesorado “Aprendizaje, Servicio y Agenda 2030: museos, Archivos y ONGs”, seminario coordinado desde el IES La Asunción de Nuestra Señora de Elche, a los que se les explicó cómo se organiza Amnistía internacional, qué funciones cumple y más concretamente, qué actividades realizamos en la Entidad Territorial de Elche.
El diálogo se desarrolló en torno a Ruanda, conocido como “El país de las mil colinas”; reflexionamos, a partir de la película (basada en hechos reales), sobre los genocidios, las responsabilidades europeas y la complejidad del área de Los Grandes Lagos desde 1994.
La película se desarrolla durante la guerra civil de 1994 en Ruanda que, tras la muerte en accidente aéreo del presidente Juvenal Habyarimana (resultado de un atentado) enfrentó a los hutus, la etnia dominante, con los tutsis (protegidos por los belgas durante su colonización y que fueron relegados tras la salida de Bélgica del país) y el denodado esfuerzo de un gerente de hotel (de la etnia hutu) para refugiar y proteger a un gran número de conciudadanos tutsis con el apoyo de algunos cascos azules.
El origen del conflicto aparece cuando Alemania cede a Bélgica la administración de la entonces colonia en 1918. Bélgica, en una maniobra de control sobre los pueblos colonizados, que contaban con unas 14 etnias, se dedicó a dividirlos, fundamentalmente creó la rivalidad entre hutus y tutsis, favoreciendo a los tutsis, incluso haciendo constar la etnia en la documentación de las personas, puesto que físicamente no había grandes rasgos diferenciales. Lo más destacado era que los tutsis eran de un origen niloide (se decía que provenían de cuerno de África) y solían criar ganado y los hutus cultivaban la tierra y eran la etnia mayoritaria.
Al finalizar la colonización por parte de Bélgica, en 1962, se hacen con el poder los hutus bajo el mando de Juvenal Habyarimana. Éstos, apoyados por Francia, desatan pogromos contra grupos tutsis, que salen huyendo a Uganda, creando un movimiento rebelde para combatir a los hutus. Desde Europa se intenta que ambos grupos negocien la paz, pero cuando se firman esos acuerdos, el presidente es asesinado en un atentado contra su avión y entonces comienza el genocidio. Siguiendo con el apoyo de Francia (que había apoyado en todo momento a los hutus y les había provisto de armas y entrenamiento militar) se constituye un ejecutivo provisional formado por extremistas hutus que ordenan a la población acabar con sus vecinos tutsis, pero también con los hutus moderados que puedan apoyarlos. Esta masacre duró cien días, hasta que la ONU otorgó a Francia un mandato para intervenir y poner paz en una aparente guerra civil. Aunque su tarea en principio no era esa precisamente sino apoyar a los hutus, cuando presenciaron el exterminio de tutsis, cambiaron su cometido al de acción humanitaria para protegerlos del genocidio. No obstante, al finalizar este desastre, tampoco persiguieron a sus responsables, sino que permitieron su salida del país, cuando no les dieron refugio en otras zonas bajo su influencia[1].
Una parte muy importante de la estrategia genocida fue la violencia sexual contra las mujeres y niñas, para humillar a toda la población tutsi. En Ruanda el cuerpo de la mujer es entendido como parte de la sociedad o familia, y al agredirlo se deshonra a toda la comunidad. Según el relator especial de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU se calculó que durante el genocidio se cometieron entre 25.000 y 500.000 violaciones cuyas víctimas fueron después ejecutadas, incluso el genocidio se extendería a muchos de los 5000 bebés nacidos como fruto de esas agresiones sexuales.
También el Ejército Patriótico Ruandés (que combatía la masacre hutu) cometió actos de violencia sexual durante su avance militar, como venganza contra la población hutu y, todavía una década después, ya bajo el gobierno del FPR, Amnistía Internacional constató que miembros de las fuerzas armadas de Ruanda seguían cometiendo delitos sexuales y forzando a mujeres al matrimonio[2].
La película, un film británico dirigido por Terry George, nos refiere los avatares de la resistencia de gran cantidad de tutsis refugiados en el hotel Mille Collines propiedad de la aerolínea belga Sabena y dirigido por un gerente hutu: Paul Rusesabagina que, con sus contactos, influencias y el apoyo de unos pocos cascos azules comandados por el coronel Oliver (personaje basado en el general canadiense Romeo Dallaire) logró protegerlos de las matanzas hutus.
El papel de la ONU también queda en entredicho, ya que unos meses antes de que se desencadenase la tragedia el responsable de la misión de la ONU en el país africano, Romeo Dallaire, había dado la voz de alarma, al comprobar que los hutus más radicales se estaban armando con el objetivo de acometer el exterminio tutsi. Aun así nadie hizo caso[3]. Es más, hubieran bastado 5000 cascos azules para frenar el genocidio, pero dejaron solamente a 250 cascos azules con Dallaire, en Ruanda. Tampoco la ONU reconoció en principio la masacre como genocidio, únicamente lo valoró como guerra civil, lo que hubiera evitado muchas muertes[4].
En abril de 2024, en la conmemoración del 30 aniversario del genocidio de 1994 contra la población tutsi de Ruanda, Amnistía Internacional pedía a la comunidad internacional que renovase su compromiso de garantizar justicia y rendición de cuentas para víctimas y supervivientes, puesto que aún hoy siguen sin encontrarse y/o juzgarse algunos de los responsables del genocidio.
Tigere Chagutah, director regional de Amnistía Internacional para África Oriental y Austral ha manifestado: “La justicia aplazada es justicia denegada. La muerte confirmada, antes de que pudieran enfrentarse a la justicia, de varios de los sospechosos de genocidio más buscados y la suspensión indefinida del juicio de otro acusado debido a una enfermedad relacionada con la edad, muestran la importancia de mantener el impulso para hacer llegar la justicia a sobrevivientes y familiares de víctimas en Ruanda”[5].
Al finalizar la proyección, también contamos con los interesantes comentarios de nuestro compañero José Antonio Serrano, activista de Amnistía Internacional Elche, responsable de educación en Derechos Humanos y de relaciones con otras ONGs, quien estuvo unos años como cooperante en Ruanda y nos ofreció la parte amable de un pueblo alegre, amante del folclore y que vive en gran medida del turismo, que llega atraído por los preciosos paisajes y las visitas a la observación de los animales salvajes, no olvidemos que allí estudió el comportamiento de los gorilas Dian Fosey, primatóloga y etóloga estadounidense.
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[1] https://www.rtve.es/play/videos/otros-pueblos/
[2] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/genocidio-ruanda-1994/
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Hotel_Rwanda
[4] https://www.larazon.es/internacional/ruanda-el-genocidio-que-la-onu-no-quiso-ver-BX6044056/
[5] https://www.amnesty.org/es/latest/news/2024/04/rwanda-30-years-on-justice-for-genocide-crimes-more-urgent-than-ever/