¿YO ODIO? ¿TÚ ODIAS?
¿YO ODIO? ¿TÚ ODIAS? En esta época de enconos viscerales en los entornos políticos nos preguntamos por qué en vez de aunar esfuerzos contra el auténtico enemigo, el virus, se palpa el odio en cualquier medio de comunicación. Todas las personas hemos sentido alguna vez animadversión hacia alguien por un problema personal o profesional. Encono […]
¿YO ODIO? ¿TÚ ODIAS?
En esta época de enconos viscerales en los entornos políticos nos preguntamos por qué en vez de aunar esfuerzos contra el auténtico enemigo, el virus, se palpa el odio en cualquier medio de comunicación.
Todas las personas hemos sentido alguna vez animadversión hacia alguien por un problema personal o profesional. Encono o antipatía que nos ha hecho desear que ese alguien desapareciera de nuestro entorno.
Tal vez no nos hayamos preguntado nunca si el odio tiene algún sentido, si vale para algo además de para amargarnos la existencia. Esta pasión tan negativa tiene una explicación evolutiva que ayudaba a la supervivencia, para mantener a la persona alerta ante un peligro por parte de otra/s persona/s en entornos hostiles.
En EEUU el odio racial ha provocado tragedias, pero la muerte de George Floyd fue el detonante de una ola de protestas sin precedentes desde los disturbios raciales provocados por el asesinato de Luther King en 1968. El presidente, además, avivó la ira glorificando la violencia cuando realizó una videollamada a los gobernadores de los estados afectados acusándoles de ser débiles y calificando a los manifestantes de terroristas. En los disturbios han muerto varias personas y hay miles de detenidos.
Pero en nuestro entorno, ¿qué ocurre con ese sentimiento tan destructivo que ha llegado a hacerse tan presente que hemos acuñado los términos de “discurso del odio”, “delito de odio”.
El discurso del odio se ha dirigido desde hace siglos hacia los más vulnerables y peor situados socialmente: inmigrantes, refugiados, comunidades LGTBI … este discurso discriminatorio ataca los derechos humanos. Ante el peligro que supone, se instituyó el “delito de odio” que designa infracciones penales contra las personas o propiedades por su conexión con un grupo basado en una característica común de sus miembros como su raza, origen nacional o étnico, religión, sexo, discapacidad, orientación sexual, lengua, etc.[1] Este discurso instiga a la humillación y el menosprecio, al acoso, al descrédito, a la difusión de estereotipos negativos estigmatizantes y amenazas[2]. Los grupos vulnerables varían según los países y las épocas.
El discurso de odio se difunde en espacios públicos y en medios de comunicación: internet es un caldo del cultivo propicio. Quienes lo difunden se amparan en el derecho a la libertad de expresión, pero cuando el mensaje se convierte en una incitación a perjudicar a otras personas la libertad de expresión colisiona con los derechos humanos poniendo en peligro su integridad. Ahí interviene el código penal en su artículo 510[3].
Pero están las redes sociales cargadas de hostilidad para que cualquiera ataque los derechos humanos con total ausencia de respeto. Los trolls o haters expandiendo acciones comunicativas desinformativas y cargadas de animadversión, mensajes de racismo, xenofobia, antifeminismo … mensajes que difunden bulos, leyendas urbanas, memes. Especialmente dolorosos son los discursos contra los MENAS (menores extranjeros no acompañados), ataques que deberían ser abordados desde el estricto cumplimiento de los derechos de la infancia […] Los menores que emigran solo son niños en situación de especial vulnerabilidad.[4]”
¿Cómo contrarrestar el discurso de odio?
El odio no es inocente (#ElOdioNoEsInocente), esta campaña[5] de Amnistía Internacional unió a trece ONG con el objetivo de frenar los discursos de odio haciendo una llamada a las autoridades para que actúen, a los grupos políticos, a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general para evitar que se alimente este tipo de mensajes.
Otras campañas seguirán para implicarse en favor de la convivencia y el respeto de los derechos humanos. Mientras, desde nuestra pequeña parcela de influencia hagamos lo posible por contrarrestar este tipo de mensajes crueles.
EQUIPO COMUNICACIÓN COMUNIDAD VALENCIANA
Emma Sopeña Balordi
Imagen de Dimitri Wittmann en Pixabay
[1] http://www.interior.gob.es/web/servicios-al-ciudadano/delitos-de-odio/que-es-un-delito-de-odio
[2] https://ajuntament.barcelona.cat/bcnvsodi/es/que-es-el-discurso-de-odio/
[3] https://boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-25444&tn=1&p=20150428#a510
[4] https://elpais.com/elpais/2019/12/06/opinion/1575659271_221673.html
[5] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/trece-ong-se-unen-en-la-campana-elodionoesinocente/