Comunidad Valenciana
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Una película por el derecho a la salud: «La mujer del chatarrero» (Danisa Tanovica)

El martes 23 se proyectó la película de Danisa Tanovica “La mujer del chatarrero” en la 13 edición del ciclo Cinema i Drets Humans de Amnistía Internacional Valencia. Una película impactante que nos sumerge en las dificultades de una familia de etnia gitana en Bosnia, con pocos recursos, para acceder a un procedimiento sanitario tan […]

El martes 23 se proyectó la película de Danisa Tanovica “La mujer del chatarrero” en la 13 edición del ciclo Cinema i Drets Humans de Amnistía Internacional Valencia.

Una película impactante que nos sumerge en las dificultades de una familia de etnia gitana en Bosnia, con pocos recursos, para acceder a un procedimiento sanitario tan común como es una intervención ginecológica por un aborto espontáneo.

La acción sucede en Bosnia, como podría suceder en cualquier país que no ofrece sanidad universal y gratuita a sus habitantes. La dificultad añadida de pertenecer a una etnia marginal y marginada, sin los recursos mínimos para llevar una vida digna a la que resulta complicado hasta llegar a los servicios sociales para obtener ayuda y que, finalmente, recurre a una pequeña trampa para que la madre pueda salvar la vida. Otro aspecto que nos muestra la película es la solidaridad y el apoyo entre aquellos que nada tienen, pero comparten lo que tienen y se ayudan como pueden.

Bosnia surgió con la desintegración de Yugoslavia tras un conflicto que dejó más de 100.000 muertos y alrededor de dos millones de desplazados, y que se cerró a través de los Acuerdos de Dayton, firmados en diciembre de 1995, los cuales dispusieron los mecanismos para acabar con las hostilidades, así como la distribución de Bosnia-Herzegovina y sus comunidades. La antigua provincia yugoslava era la más diversa de la región, siendo un 44% de su población bosniacos (bosnios musulmanes), el 32% serbobosnios ortodoxos y el 17% bosniocroatas católicos.

En Dayton se acordó que el país se dividiría en dos entidades autónomas: la Federación de Bosnia Herzegovina, de población bosniaca y croata, y la República serbobosnia de Srpska. En este mismo sentido, el nuevo texto constitucional esclareció que la forma de Estado sería colectiva. Es decir, la Presidencia se compondría de tres miembros: uno bosnio y uno croata elegidos por la Federación y un serbio elegido por la República Srpska. Esta presidencia se rota cada ocho meses entre los tres elegidos durante un mandato de cuatro años.

Sin embargo, estos acuerdos que pusieron fin a la guerra en 1995, otorgan una posición privilegiada a los tres mayores grupos étnicos del país: bosniacos, de religión musulmana; serbios ortodoxos y croatas católicos, a los que cataloga como “pueblos constituyentes”. El resto, un total de hasta 17 minorías, están incluidos dentro de la categoría “otros”, y se ven privados de la posibilidad de ocupar diversos cargos políticos.

De esta manera, y como denuncia la organización Human Rights Watch, 400.000 bosnios, es decir, el 12% de la población, no pueden postularse para la presidencia o el parlamento debido a su religión, etnia o lugar de residencia. Aida Daguda es directora del Centro de Promoción de la Sociedad Civil de Bosnia y Herzegovina, y ella misma reconoce que “la constitución actual es discriminatoria, y no sirve de nada remendarla, sino que hay que empezarla de cero”[1].

En este contexto, las comunidades ‘no constituyentes’, como la judía o la romaní, se encuentran en un status de ‘segunda clase’ dentro de la Constitución bosnia, donde se le cataloga como “Otros”.

Las estimaciones del tamaño de la población romaní oscilan entre 40.000, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y 100.000, según el Consejo de Cooperación Regional para la Integración Romaní. En este sentido, y como denuncia la organización Defensores de los Derechos Civiles, el antigitanismo, la discriminación y las percepciones erróneas sobre los gitanos prevalecen en Bosnia y Herzegovina, lo que constituyen las causas de su exclusión social. A su vez, las altas tasas de desempleo, las bajas tasas de matriculación y escolarización, y las deplorables condiciones de vida de la mayoría son los síntomas de esta situación

Una conclusión que podemos extraer de esta película y de este panorama general es que no sirve de gran cosa tener acceso a una sanidad elemental, puramente diagnóstica o para hacer frente a los males cotidianos si no disponemos de esa atención integral que salva vidas, que engloba los cuidados materno-infantiles además de un sistema de servicios sociales fuertes que ayuden a incluir a las poblaciones y culturas marginales, que les guíen y faciliten sus necesidades tanto sanitarias como sociales, o a la hora de adquirir los medicamentos, que en ocasiones son inalcanzables para esas personas que carecen de recursos, que es una cuestión de derechos fundamentales.

Maite Redondo Jiménez

Amnistía Internacional Elche

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ENLACES

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/human-rights-and-health

https://www.ohchr.org/es/special-procedures/sr-health/about-right-health-and-human-rights

https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/Publications/Factsheet31sp.pdf

https://www.amnesty.org/es/location/europe-and-central-asia/bosnia-and-herzegovina

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/paises/pais/show/bosnia-y-herzegovina


[1] https://www.elsaltodiario.com/bosnia-herzegovina/trece-anos-otras-comunidades-bosnia-siguen-constitucionalmente-discriminadas#:~:text=Aida%20Daguda%20es%20directora%20del,hay%20que%20empezarla%20de%20cero%E2%80%9D.