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LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS FRENTE A LA VIGILANCIA MASIVA   La tecnología proporciona una gran capacidad de observación de los movimientos por la red y las personas están desprotegidas frente a la vigilancia masiva indiscriminada. Tras las revelaciones de Snowden[1], se conoció que Estados Unidos había vigilado incluso las llamadas telefónicas de la presidenta […]

LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS FRENTE A LA VIGILANCIA MASIVA

 

La tecnología proporciona una gran capacidad de observación de los movimientos por la red y las personas están desprotegidas frente a la vigilancia masiva indiscriminada.

Tras las revelaciones de Snowden[1], se conoció que Estados Unidos había vigilado incluso las llamadas telefónicas de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y de la canciller alemana, Angela Merkel, al tiempo que la NSA había intervenido 60 millones de llamadas telefónicas españolas.

Pero ¿qué es la vigilancia de Internet?

La cantidad de datos personales y de información que subimos a Internet son presa fácil del acceso a las comunicaciones que practican los gobiernos. Existen herramientas capaces de monitorizar tanto el tráfico web como las llamadas, los chats y los mensajes de texto.

Los argumentos de la seguridad nacional y la lucha contra el crimen y el terrorismo son los más recurrentes para justificar la vigilancia que atenta contra la privacidad en la comunicaciones así como la libertad de expresión.

Los proveedores de servicios de internet (ISP) pueden rastrear todos los sitios web a los que nos conectamos por lo que recopilan información sobre nuestra navegación por la red. Incluso muchos ISP venden datos de usuarios a anunciantes de terceros para obtener ganancias. Hay compañías que compilan, analizan y venden datos personales.

Cada vez que accedemos a internet dejamos un rastro digital de ubicaciones, búsquedas y otras informaciones personales gracias a las cookies: pequeños archivos de texto que se colocan en los dispositivos cada vez que accedemos a un sitio web. “Las cookies ayudan a cargar el contenido preferido, a guardar los artículos del carrito de compras, incluso cuando abandona el carrito, y al reconocimiento de contraseña. Desafortunadamente, los anunciantes también pueden utilizar esos datos para crear perfiles precisos de los usuarios en línea que se utilizan para configurar anuncios orientados. Las agencias de vigilancia también podrían potencialmente tener acceso a ese tipo de información”[2].

¿Qué ocurre cuando entramos en las redes sociales? Sencillamente que regalamos la información de nuestra dirección de correo electrónico, nombre, sexo, número de teléfono, etc. Todos los datos que suministremos de nuestro entorno, preferencias, opiniones…

¿Qué hacen con nuestros datos? Se guardan en grandes centros de datos donde unos algoritmos informáticos pueden hacer búsquedas y analizarlos, estando a disposición de las autoridades de las agencias de seguridad a través de potentes bases de datos.

Por otra parte, además de la indefensión frente a la invasión de nuestra privacidad hay problemas gravísimos que se plantean con la vigilancia masiva como los abusos, sobre todo contra las mujeres y la incitación al odio a las minorías. O las noticias falsas como herramienta para manipular a la opinión pública, “es probable que la capacidad tecnológica de difuminar la distinción entre realidad y ficción no haga más que aumentar en el futuro”[3].

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Reino Unido por interceptar datos masivamente, declarando que la vigilancia masiva viola el derecho a la vida privada y familiar, tal como se establece en el artículo 8, y la libertad de opinión, tal como está establecido en el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos[4].

Primero lo reveló Edward Snowden, después avisó el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y posteriormente lo refrendó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH): las leyes de vigilancia masiva atentan contra los derechos fundamentales, en concreto las que se refieren a la intercepción de las comunicaciones en masa[5].

La vigilancia masiva es ilegal según las leyes internacionales de derechos humanos y convierte al ciudadano en presunto delincuente y sus actividades como sospechosas ya que en nombre de la seguridad nacional los gobiernos se arrogan el derecho a obtener información.

No vale el argumento de si no has delinquido no hay nada que temer ni ocultar. Con esa excusa pueril se pueden utilizar nuestros datos y nuestras opiniones para atentar contra la libertad de otras personas, crear perfiles para discriminar a minorías y atentar contra la libertad de expresión.

“Nuestros gobiernos nos enfrentan a un dilema falso: seguridad o libertad”[6].

La vigilancia masiva es un atentado contra los derechos de las personas, una violación grave de nuestro derecho a la intimidad y, por supuesto, a la libertad de expresión ya que las personas estarán menos dispuestas a comunicarse libremente si saben que se las está vigilando.

Solo puede ser legal la vigilancia cuando es selectiva, basada en indicios suficientes de conducta delictiva y autorizada por una autoridad estrictamente independiente, como un juez.

Mientras no sea así supone un atentado contra los derechos humanos.

 

EQUIPO COMUNICACIÓN COMUNIDAD VALENCIANA

Enlaces consultados 22-7-2019

[1] https://hipertextual.com/2016/03/cronologia-edward-snowden

[2] https://www.cactusvpn.com/es/la-guia-para-principiantes-de-privacidad-en-linea/vigilancia-en-internet/

[3] https://www.amnistia.org/ve/blog/2018/05/6127/el-internet-continua-siendo-una-temida-amenaza-para-gobiernos-opresores

[4] https://confilegal.com/20180914-el-tribunal-de-estrasburgo-condena-a-reino-unido-por-interceptar-datos-masivamente/

[5] https://www.eldiario.es/tecnologia/privacidad/Reino-Unido-derechos-programas-vigilancia_0_814018994.html

[6] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/vigilancia-masiva/