Porque no podemos bajar la guardia
La lucha por los derechos LGTBI es una lucha por los derechos humanos de todos que no va contra nadie. La lucha contra los derechos LGTBI es una lucha contra los derechos humanos de una parte de la población.
PORQUE NO PODEMOS BAJAR LA GUARDIA
No. Por mucho que avancemos, no podemos bajar la guardia ante la defensa de los derechos LGTBI porque siempre es fácil volver atrás.
Muy a menudo oímos en determinados sectores que en nuestro país domina un cierto lobby LGTBI que intenta imponer la homosexualidad al resto de los mortales. Lo hemos oído en determinados dirigentes políticos que acusan a la escuela pública de intentar convertir a nuestros niños y niñas en homosexuales. Lo hemos oído en determinados dirigentes políticos que han puesto el foco en leyes como la Ley Integral de Transexualidad de Andalucía, aprobada en 2014 por unanimidad de todos los partidos y que, sin embargo, vuelve a ponerse en tela de juicio.
Sin embargo, no conocemos ningún país donde se pretenda imponer la homosexualidad como opción sexual. Sí conocemos personas que mueren como consecuencia de crímenes de odio contra homosexuales, algunas en nuestra propia Europa, como Mihail Stoyanov, un estudiante de medicina búlgaro asesinado en 2008 por ser homosexual. Conocemos también las violaciones correctivas que en Sudáfrica sufren lesbianas y gays trans, violaciones que en muchos casos acaban en asesinato.
Sí conocemos países en los que se pretende imponer como única opción posible la heterosexual y, para ello, si es necesario, se prohíbe cualquier trabajo de asociaciones relacionadas con el apoyo a personas LGTBI o, como en Rusia, se prohíbe cualquier referencia a la homosexualidad en cualquier obra artística.
Sí sabemos que al menos 11 países condenan todavía a muerte a toda aquella persona que ose mostrar una opción sexual contraria a la única norma permitida, la heterosexual.Este año hemos conocido incluso el paso regresivo, en ese sentido, que daba el estado de Brunéi, que castigaba con la lapidación la homosexualidad.
Sí sabemos que, como denunciaba el Observatorio Madrileño contra la Homofobia, en 2018 se produjeron 345 agresiones homófobas, más que el año anterior.
Y sabemos que, como denunciaban en 2018 la Federación Andalucía Diversidad y el Observatorio Andaluz contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia más del 50 % de los jóvenes andaluces ha presenciado homofobia o transfobia en su entorno.
Sabemos también que en lo que llevamos de año ya se han colado entre las noticias de nuestra prensa diversas agresiones homófobas, como la agresión en marzo pasado a un joven en León, o como la agresión a un joven andaluz de Huelma en el metro barcelonés el pasado mes de enero o la agresión a dos jóvenes lesbianas por besarse en la puerta de una discoteca de Cádiz, también en enero.
Intentos de imponer la homosexualidad no conocemos ninguno. Intentos de curar la heterosexualidad no conocemos ninguno. Agresiones heterófobas no conocemos ninguna. No tenemos que irnos muy lejos para asistir a espectáculos como el de Hazte Oír negando la existencia de la transexualidad, o intentos de curar la homosexualidad como los del propio obispado de Alcalá. Y, sobre todo, no tenemos que ir muy lejos para ver cómo se agrede a jóvenes simplemente por no encajar en el patrón heterosexual ni para asistir al drama permanente de jóvenes escolares acosados hasta el suicidio simplemente por una orientación sexual que, en muchos casos, ni siquiera ellos saben si la tienen.
La lucha por los derechos LGTBI es una lucha por los derechos humanos de todos que no va contra nadie. La lucha contra los derechos LGTBI es una lucha contra los derechos humanos de una parte de la población.
Por eso, en Andalucía como en Brunéi, Amnistía Internacional no va a bajar la guardia en la defensa de los derechos de lesbianas, gays, transsexuales, bisexuales o intersexualesporque luchando por sus derechos luchamos por los de todos, también por los de los heterosexuales, que no son, porque no pueden serlo, ni más ni menos que los de los LGTBI.
Juan Francisco Villar Caño, activista del equipo de MMCC de AI Andalucía.
Publicado en La Voz del Sur el 4 de junio de 2019