P: ¿Cómo estás? R: Vivo
Con este saludo se da los buenos días el equipo de Médicos sin Fronteras (MSF), coordinado por Nicholas Papachysostomou en Gaza. Dan la información crucial, estoy vivo/viva.
Por Diana García
Cómo detenerse a explicar el cansancio, la impotencia, el frío de la noche, las luces de fósforo en el cielo que permiten ver los proyectiles como estrellas fugaces, la falta de agua, comida, mantas, todas las necesidades por las que están pasando, el horror que están presenciando tras más de 150 días de guerra y asedio.
Nicholas Papachysostomou estuvo en Gaza del 14 de noviembre al 18 de diciembre de 2023. Llegó a Jan Yunis, al hospital de Nasser, y tuvo que desplazarse en varias ocasiones dentro de la Franja, de la zona media al sur. Para Nicholas el norte es “la zona de la calavera”, “no pudimos acceder, no sabemos cómo se encuentran las miles de personas que deben aún estar en ese territorio, es como un agujero negro”. Es bien sabido y retransmitido por los medios de comunicación que fue por esta zona por donde empezaron los ataques del ejército israelí tras el 7 octubre y que las incursiones, bombardeos, se han ido desplazando, hasta llegar a arrinconar a más de un millón y medio de personas en Rafah.
Desde Grecia viajó Nicholas Papachysostomou a Asturias para ofrecer dos charlas, una en el Hospital Universitario Central de Asturias de Oviedo y otra en la Biblioteca Jovellanos de Gijón. Le acompañaron Nagore Eskisabel, delegada de MSF para el norte de España y Eric Cuesta, enfermero asturiano que estuvo en Gaza cinco semanas, del 18 de diciembre al 22 de enero, y que participó por videoconferencia desde Brighton (UK). Dos charlas organizadas por la Plataforma para la Defensa de la Sanidad Pública de Asturias, celebradas el 28 de febrero bajo el título “Gaza, al límite”.
“Las necesidades de Gaza ahora mismo son un océano y nosotros solo somos una nanogota de ayuda”
Nicholas Papachysostomou, coordinador de MSF Gaza
Las dos salas donde se organizaron se llenaron de público, cientos de personas atentas a los impactantes testimonios de dos personas que han podido estar en la Franja de Gaza, muy pocas han sido las que han podido entrar y salir en estos trágicos meses. Dos profesionales de la salud que han estado en distintos territorios: “Estamos acostumbrados a actuar en momentos de graves crisis y catástrofes, nuestra labor en Gaza debería haber sido fácil pero está siendo la más difícil, no podemos acceder, no entra ayuda, nos hemos tenido que desplazar en varias ocasiones, atendemos a los pacientes con el ruido de los drones, las vibraciones de las explosiones cercanas, sin saber si la bomba va a caer en el hospital o en el centro creado para asistir a los heridos y enfermos”, explicaba Nicholas y continuaba diciendo: “Las necesidades de Gaza ahora mismo son un océano y nosotros solo somos una nanogota de ayuda”.
Ofrecieron muchas cifras, terribles datos que conocemos y resuenan en nuestra cabeza, números que una y otra vez vocean los medios de comunicación con su contador de muertos, heridos, destrucción, pero no voy a detenerme en ese espantoso balance, voy a tratar de contaros otras cosas que Nicholas y Eric compartieron con los que les escuchamos.
“Los bombardeos son indiscriminados, lo dañan todo, es una destrucción. No son bombas inteligentes, están atacando a la población civil, a los hospitales y centros asistenciales lo que llegan son cientos de civiles, niños, mujeres, ancianos, están desbordados, sin medios, faltan gasas, oxígeno, no hay electricidad”, afirmaba Nicholas. “La población está desesperada, hay un sentimiento de pérdida de todo, Gaza ha sido destruida, y todos más que menos han perdido no solo sus casas, forma de vida, sino a seres queridos, y eso está causando un gran dolor, y un efecto incalculable en la salud mental”.
“Ahora mismo hay en Rafah más de un millón de personas, mal viviendo en tiendas de campaña, con frío, entre barro, sin letrinas, comida, ni agua, sin medicinas suficientes para atender enfermedades crónicas. No dejan pasar las bombonas de oxígeno, ni generadores eléctricos, imprescindibles para poder atender a los enfermos, porque el gobierno israelí considera que son “materiales peligrosos”, proclives a ser utilizados para el combate”, nos dijeron en la charla.
Nicholas no se explica que una decena de países haya retirado la ayuda la UNRWA, “suspender la financiación a este organismo, que es esencial para los gazatíes, es un castigo a la población, dicen que así se castiga a Hamas, pero no tiene lógica, los que están sufriendo las consecuencias son los civiles”. Tampoco se explica que los hospitales sean atacados “no se han encontrado evidencias de que sean centros donde se escondan terroristas. Los hospitales deben ser respetados, se han convertido en lugares de refugio de la población, en alguno de ellos se han albergado decenas de miles de personas”.
Y es que los pocos hospitales que quedan abiertos no pueden más, “están atendiendo heridas de gran complejidad sin medios, desbordados con llegadas diarias de centenares de personas, hacen lo que pueden, les curan y tienen que ir a una tienda de campaña, donde las condiciones son pésimas, ¿cómo van a recuperarse?”, se preguntaba Nicholas. “Hemos escuchado verdaderas historias de terror. Yo había estado en otras ocasiones en Gaza y ahora está irreconocible, destruida. Están acabando con su tejido social. Las calles están destruidas y plagadas de jóvenes mutilados, con fijadores externos, sillas de ruedas, muletas y otros demonios. Bebés que empiezan su vida quemados. Cientos de personas con metralla en sus cuerpos, heridas que marcan de por vida”.
Durante la charla nos enseñaron fotos de sus equipos en Gaza, “reclutamos a personal sanitario que había sido desplazado, cuando enseñamos estas fotos, todos nos preguntan que cómo es posible que sonrían y sí, es increíble porque están sometidos a un enorme estrés, viven en condiciones inimaginables, con pérdidas de familias, desplazamientos. Son admirables” comentaba con emoción Nicholas mirando la imagen en la pantalla. «Hace tiempo que Gaza está al límite. Es muy fuerte estar ahí y presenciar la crueldad de la humanidad. No entendemos cómo la comunidad internacional permite que todo esto suceda”, compartía con un gran pesar Nicholas.
«Hace tiempo que Gaza está al límite. Es muy fuerte estar ahí y presenciar la crueldad de la humanidad. No entendemos cómo la comunidad internacional permite que todo esto suceda”
Nicholas Papachysostomou
Eric Cuesta comenzaba su intervención diciendo que no hay palabras para describir el horror “pero tengo que contar lo que vi, lo que se está viviendo en Gaza. La situación sanitaria es gravísima”. Para que los asturianos que estábamos allí lo entendiéramos nos situó con este símil “es como si en un espacio como la ciudad de Gijón (Rafah) estuviera hacinada toda la población de Asturias. A Rafah se desplazaron buscando refugio y ahora Israel les amenaza con una incursión militar. ¿a dónde van a ir?. “Tengo un doble sentimiento: agradecimiento por haber nacido donde he nacido y vivir como vivo sin amenaza de bombas y al tiempo mi compromiso con todos los que están sufriendo estas atrocidades. Es necesario seguir empujando para que haya un alto el fuego, para que entre la ayuda. Dar testimonio de lo visto es tan importante como la asistencia médica que damos”, concluía.
Es necesario seguir empujando para que haya un alto el fuego, para que entre la ayuda
Eric Cuesta, enfermero de MSF
Organizaciones como Médicos Sin Fronteras y Amnistía Internacional pedimos urgentemente un alto en el fuego y que el flujo de ayuda humanitaria se restituya ya.