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Acto contra la venta de armas a Israel

Acto contra la venta de armas a Israel

Alberto Amaro atendiendo a medios de comunicación en la Junta General del Principado de Asturias

Puesto en el Mercado Artesano y Ecológico de Gijón

Carta del Presidente de Amnistía Internacional Asturias, Gonzalo Olmos, con motivo de la 24ºAsamblea Regional

Por Gonzalo Olmos, presidente de AI Asturias

Celebramos el 15 de febrero de 2025, en Gijón, la XXIV Asamblea de Amnistía Internacional (AI) Asturias y es momento de recapitular el trabajo hecho y planificar nuestra actividad para el periodo que se abre entre cada asamblea anual. AI tiene en Asturias un recorrido muy amplio a sus espaldas, desde que en los últimos años de la dictadura algunas personas comenzasen a establecer contacto entre sí y con el Secretariado Internacional en Londres; y desde que, en 1981, echase a andar su primera estructura formal en la región.

Tres grupos en Asturias


Hoy, somos casi 2.500 personas, y varias decenas de activistas; con grupos estables en Avilés-Pravia, Gijón y Oviedo; con equipos de trabajo en relaciones institucionales, comunicación, activismo y educación en derechos humanos; con presencia en la universidad y en los centros de educación secundaria; en estrecha alianza con distintas asociaciones y colectivos de la sociedad asturiana; y con una intensa actividad de interlocución institucional y en el debate público. Todo ello pese a las muchas debilidades y dificultades que el ejercicio de la ciudadanía activa tiene en nuestros días.

En abril despedimos a nuestro compañero Orestes Martínez Gayol, uno de los fundadores de Amnistía Internacional Asturias, ejemplo de activismo y compromiso con los derechos humanos

Ni los tiempos lo facilitan, ni el relevo generacional es sencillo, ni la cultura de la participación y el compromiso abunda. Tampoco tenemos este año la voz amiga, con su prudencia y su sentido del humor, su ánimo y su ejemplo, de nuestro Orestes Martínez Gayol, uno de los promotores de esta aventura, a quien dijimos adiós hace algunos meses. Aun así, nos queda su recuerdo y el de todos los que nos precedieron desde que Peter Benenson puso en marcha en 1961 este espacio de lucha por la libertad y la dignidad humana que es AI. Sobre esa base, resistimos y avanzamos.

Movilizaciones y actos de todo tipo

Así, a lo largo del último año hemos participado en numerosas movilizaciones y actos públicos, desde la defensa del asilo y refugio a la lucha contra la pena de muerte en el mundo. Desde el respaldo al sistema internacional de derechos humanos y la justicia penal internacional (nunca más acosada) a la denuncia del apartheid de género en Afganistán o de la represión contra los movimientos en favor de los derechos de las mujeres en Irán. Desde la salvaguarda de la libertad de prensa hasta la protección de la salud y la asistencia sanitaria pública, también en nuestro propio país, entre otras muchas causas vinculadas a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuya vigencia y necesidad recordamos. Las crisis que inflaman el mundo nos han movido particularmente, horrorizados por la espiral de deshumanización y crueldad que ha convertido 2024 en el año del genocidio contra la población palestina en Gaza. Atrocidad que ha sido denunciada por uno de los informes, lanzado el 5 de diciembre, más importantes e intensamente trabajados en la historia de AI.

Toca salir del estupor que la falta de límites nos provoca y articular una respuesta cívica frente al abuso de poder, la violencia, la brutalidad y la arbitrariedad.

Hemos organizado conferencias, intervenido en los medios de comunicación y en las redes, repartido folletos y pegatinas, organizado acciones simbólicas en la calle, inundado de cartas y comunicados a los dirigentes públicos; y hemos recibido y divulgado el trabajo de luchadores por la defensa de los derechos humanos, como Yoelkis Torres, activista cubano hostigado por su trabajo de organización comunitaria y de defensa de los derechos LGTBI, o Alberto Amaro, periodista mexicano que convive con nosotros unos meses en el programa de defensores de la Sección Española de AI, tras salir de su país, amenazado por actores que hibridan los poderes autoritarios y el crimen organizado.

Buenas noticias


Este año hemos tenido buenas noticias en casos trabajados por AI Asturias: el Tribunal Constitucional otorgó el amparo a Ali Aarrass y obliga a tramitar su reclamación de responsabilidad por la injusta extradición de España a Marruecos, donde se le torturó; la fiscal Virginia Laparra, presa de conciencia, condenada en último término por su colaboración con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, fue excarcelada y pudo salir del país; nuestra presión sobre las autoridades fue determinante para que cinco defensores del medio ambiente de la Colonia Maya, en San Cristóbal de las Casas (Chiapas), no fuesen perseguidos penalmente por su acción reivindicativa pacífica; y pudimos entrevistarnos con Sultana Khaya para comprobar de primera mano su proceso de recuperación de la violencia infligida por agentes de seguridad en Bojador (Sahara Occidental) y, sobre todo, como mantiene su integridad y fortaleza frente al zarpazo del poder. Éstas, entre otras muchas conquistas de las que nos sentimos legítimamente partícipes.


Somos parte de un movimiento global de más 10 millones de personas en todo el mundo, con presencia en 150 países y 67 secciones estatales constituidas. La Sección Española es, por cierto, la séptima más importante y donante neta al movimiento internacional. AI no solicita ni obtiene financiación pública, para salvaguardar plenamente nuestra independencia y objetividad. Nuestro principal activo son las personas que sostienen con su cuota a la asociación, permitiendo con ello desarrollar un riguroso trabajo para documentar las violaciones de derechos humanos, realizar trabajo de incidencia pública y de sensibilización. Los informes de AI siguen siendo determinantes a la hora de examinar el estado de los derechos humanos en el mundo y en situaciones de crisis o materias complejas nuestra voz es solvente y autorizada, tanto en el ámbito global como en el estatal, autonómico y local. En tiempos de estridencias, posverdad, polarización y negación del propio concepto de los derechos humanos (posición que persigue poderes absolutos y sin límite), AI sigue siendo un baluarte de la dignidad humana y de la sociedad civil internacional.

Organizaciones como AI son más necesarias que nunca, pues sólo la sociedad civil estructurada y consciente es capaz de frenar la monstruosa involución de la que somos testigos.

Toca ponerse en pie


No podemos ocultar, sin embargo, que una oleada de enorme fuerza despliega una agenda netamente contraria a los derechos humanos. Nunca como antes se han defendido auténticas barbaridades como las deportaciones masivas de extranjeros (sin garantías y sin compasión), incluso por medios militares y separando familias; la apertura de campos masivos de detención; la limpieza étnica sin miramientos; la culpabilización de toda una colectividad y el castigo colectivo; la negación de la diversidad de orientación sexual e identidad de género; el cortoplacismo económico y el negacionismo climático que comprometen el equilibrio medioambiental y a las generaciones futuras; el uso incontrolado de la fuerza y el rechazo a la legalidad internacional; la agresión armada como opción válida para la anexión de territorios; la supresión radical de la ayuda humanitaria y la cooperación al desarrollo; la institucionalización de la tortura; la supresión de cualquier consideración ética o regulatoria en el desarrollo de la inteligencia artificial (a pesar de los riesgos asociados para las libertades fundamentales); la desposesión de la privacidad; y, en definitiva una dinámica de acumulación de poder nunca vista donde sólo prime la ley del más fuerte. Pero toca salir del estupor que la falta de límites nos provoca y articular una respuesta cívica frente al abuso de poder, la violencia, la brutalidad y la arbitrariedad. Organizaciones como AI son más necesarias que nunca, pues sólo la sociedad civil estructurada y consciente es capaz de frenar la monstruosa involución de la que somos testigos. Toca ponerse en pie y llamar a la acción en defensa de la humanidad; y en defensa propia, pues a todos nos afecta.

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