Trabajo esclavo
Publicado por Cristóbal Fábrega, Coordinador de Amnistía Internacional Jaén, en Diario Jaén el 12 de enero de 2020
En los albores de 2020 vemos cómo continua existiendo la esclavitud y la explotación laboral infantil. Un crimen que se sigue cometiendo día a día a nuestro lado. Así nos lo refleja un interesante informe de 2018. Este trabajo esclavo puede manifestarse bajo formas diferentes: explotación sexual, trabajos forzados, tráfico laboral de adultos y de niños y niñas, niños soldados, matrimonios infantiles y de adultos obligados, esclavitud por deudas, venta de órganos, etc. El informe calcula que en todo el planeta hay 40,3 millones de personas en estas situaciones, de las cuales el 71% del total son mujeres y niñas, 10 millones son niños y niñas, 24,9 millones empleadas en trabajos forzados, 15,4 millones son esposas forzadas, y 4,8 millones son personas explotadas sexualmente.
Las mujeres y las niñas se ven afectadas especialmente por esta esclavitud. Una de cada cuatro víctimas de la esclavitud moderna es un niño, alrededor de 10 millones de niños.
En 2016, se estimó que unos 25 millones de personas estaban atrapadas en el trabajo forzoso. De ellas, 16 millones eran víctimas de la explotación laboral forzada en el sector privado (trabajo doméstico, la construcción y la agricultura). Alrededor de 5 millones eran víctimas de la explotación sexual forzada y poco más de 4 millones (16 por ciento del total) del trabajo forzoso impuesto por las autoridades del Estado.
152 millones de niños están sometidos al trabajo infantil, casi uno de cada diez niños. El mayor número de niños entre 5 y 17 años víctimas del trabajo infantil se encuentra en África (72,1 millones), seguida por Asia y el Pacífico (62 millones), las Américas (10,7 millones), Europa y Asia Central (5,5 millones) y los Estados Árabes (1,2 millones).
Sin duda, las cifras están subestimadas porque es imposible registrar todos los casos. La Organización Mundial de la Salud calcula que se vende ilegalmente un órgano humano a la hora. Es imposible determinar el número exacto de niños alistados en ejércitos o la esclavitud laboral y familiar en algunos países de Oriente Medio. Y también son especialmente difíciles de registrar los matrimonios forzados.
El dato de mayor interés del informe quizá es que la esclavitud no se da solamente en los países más pobres, sino que se produce también en los más ricos. Así se han registrado 403.000 personas esclavas en Estados Unidos, 167.000 en Alemania, 136.000 en Reino Unido y 1,3 millones en el conjunto de los 28 países de la Unión Europea. Y también se destaca como son los países más ricos los que en mayor medida se benefician de esta esclavitud al importar cada año los bienes y servicios para cuya producción se esclaviza a millones de personas.
El informe sitúa a España en el lugar 124 de los 167 países estudiados, un puesto peor de lo que nos correspondería por nuestra correlación correlación entre nivel de riqueza y ausencia de esclavitud.
Hay muchos ejemplos de lo que supone este trabajo esclavo. Así, al menos, 14 menores murieron en una mina de cobalto de la República Democrática del Congo. Las familias acusan a Apple, Google, Dell, Microsoft y Tesla de conocer el origen del cobalto que emplean en sus dispositivos, procedente de empresas que utilizan trabajo infantil forzado en condiciones peligrosas. La demanda mantiene que no imponen control ninguno, a pesar de que tienen la capacidad suficiente como para supervisar las minas. Ante esta situación, las denuncias no han faltado, pero los responsables pelotean la culpa de unos a otros. Las multinacionales argumentan que no pueden hacer nada porque no pueden garantizar que efectivamente no hubo trabajo infantil.