Andalucía
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Artículo de María Jesús Monedero, publicado en la edición de Diario Córdoba del día 30 de octubre de 2019

El grito ¡Agua va! avisaba hace años, siglos, a los viandantes, de que debían apartarse para evitar que les salpicaran las aguas «residuales» que se echaban por puertas y ventanas. El alcantarillado, el abrir el grifo y que salga agua potable, es un privilegio del que a veces nos somos conscientes.

El 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.

Quienes me conocen, sobre todo si viajan conmigo, saben que soy muy pesada, cansina, incluso «maleducada», en mi rechazo a las botellitas de agua mineral omnipresentes. Puedo estar dos minutos explicando a un camarero que no me importa que la botella esté incluida en el menú, que quiero agua del grifo salvo circunstancias (problemas de calidad, sanitarios…). A veces hay que comprar agua pero no debería ser una costumbre.

«¿Sabes por qué tenemos botellas con agua? Porque en los ochenta la gente empezó a comprender que había mucho azúcar en los refrescos, en la Coca-Cola, Pepsicola (…); perdieron ventas y esas mismas empresas empezaron a embotellar el agua en plástico. Fue una lavada de cerebro» (Jo Ruxton, entrevista de Ferrán B. en El País, 8/10/2019). Al principio la gente se reía de la posibilidad de pagar por algo que podría ser gratis. Ahora mismo es la mercancía más lucrativa tras el petróleo y el café.

«Agua, fuente de vida y no de lucro» era el título de la charla-taller que Ingeniería Sin Fronteras dio el 22 de octubre en Córdoba. Hablaron de las diferentes maneras de privatización del agua. Una es permitir su control por empresas privadas, convertir un derecho en una mercancía. Otra es acostumbrarnos a comprar lo que es gratis: «¿Sabías que fabricar una botella de agua de 1 litro consume unos 8 litros de agua?, ¿y que los habitantes de la Isla Fiji no tienen acceso a agua potable, mientras que el agua de sus manantiales se vende como producto de lujo a 5 euros la botella?».

El agua es vida. El agua es futuro. Sin embargo, hoy todavía 3 de cada 10 personas, o 2.100 millones de personas carecen de su acceso en el hogar (Oxfam Intermón). En muchos lugares, ir a por agua es trabajo de mujeres, niñas y niños, principalmente. Además de ser una tarea pesada, conlleva riesgos adicionales. Un riesgo grande, sobre todo para las mujeres, supone la falta de saneamientos en las viviendas.

La página de OMAL ((Observatorio de Multinacionales en América Latina) nos enseña mucho sobre la apropiación empresarial de pozos y manantiales en países de Latinoamérica y Asia. Para vendernos agua o para actividades extractivas para las que son necesarios. No importa que los habitantes cercanos carezcan de los más mínimos recursos.

Termino con un homenaje a mujeres amazónicas que luchan por los derechos de sus territorios: Patricia Gualinga, Salomé Aranda, Nema Grefa y Margoth Escobar. Buscad estos nombres en la red. Vale la pena.

En la imagen: Residentes de Magash rellenan bidones con agua. Copyright Amnesty International.