Yemen: la catástrofe humanitaria que Occidente no quiere ver
Yemen ha sido declarado la mayor catástrofe humanitaria conocida y, sin embargo, apenas aparece en los medios de comunicación: no se habla de su guerra, ni de sus 22 millones de personas en necesidad de ayuda humanitaria
Firma invitada: Leyla Hamad, investigadora especializada en Yemen de la Universidad Autónoma de Madrid
Debía ser mediados de agosto y circulábamos por las calles de Sanaa con el coche cargado de las pertenencias de un amigo, un expatriado que se había marchado definitivamente del país. A nuestro paso, un grupo de yemeníes nos rogó que no les abandonáramos, que no nos fuéramos, que siguiéramos siendo testigos de lo que les estaban haciendo, que siguiéramos contándolo en Occidente. Era 2011 y vivíamos en una ciudad que paulatinamente se sumía en una creciente violencia. Dos bandos, antes aliados, se enfrentaban en un barrio norteño de Sanaa. El presidente Ali Abdallah Saleh, al que habían herido gravemente en un atentado, se recuperaba en Arabia Saudí, los estándares de vida se habían visto fuertemente deteriorados por culpa de los interminables cortes de electricidad, por la fuerte inflación y por la carestía de petróleo y gas. Era 2011 y nadie podía imaginar que la situación no iba más que a empeorar. Poco a poco nos fuimos yendo, unos nos fuimos antes, otros aguantaron más, pero finalmente todos nos marchamos de Yemen.
Siete años después, Yemen ha sido declarado la mayor catástrofe humanitaria conocida, y sin embargo apenas aparece en los medios de comunicación. No se habla de su guerra, ni de sus 22 millones de personas en necesidad de ayuda humanitaria, lo que representa el 76% de la población, ni de sus 17,3 millones en crisis alimentaria ni de los 7 millones de malnutridos. Nadie habla de que en 2017 se declaró situación de emergencia nacional por un brote de cólera. A finales de enero de 2018 la enfermedad ya se había cobrado 2,224 vidas. Ni de la expansión de la difteria. Ni siquiera de los 3 millones de refugiados y desplazados. Tampoco se habla de datos tan alarmantes como que en la actualidad hay más de 4,5 millones de niños sin escolarizar, ni se habla de los niños soldados, ni de los niños que no han conocido más que guerra, bloqueo y ahora también el hambre.
No se habla de Yemen, pero Yemen está al borde del abismo
Tres años ya desde que se iniciaron los bombardeos de una coalición liderada por Arabia Saudí. Cuando se inició la guerra los saudíes y sus aliados anunciaron que pretendían llevar a cabo una operación quirúrgica, rápida y limpia para restituir en el poder al presidente Abdelraboo Mansur Hadi, ya que éste había sido depuesto de facto por los huzíes, los rebeldes chiíes del norte de Yemen que en septiembre de 2014 tomaron Sanaa.
Sin embargo más de tres años después, la guerra sigue con bombardeos diarios, con múltiples actores nacionales e internacionales con diferentes intereses, con una mediación internacional fracasada y con las distintas partes del conflicto cometiendo crímenes de guerra de manera sistemática e impune. Sin visos de que el conflicto acabe ni la mediación prospere, Yemen parece abocado a una guerra sin fin.
Es hora de que se oigan las voces de los yemeníes, de esos yemeníes que en 2011 ya nos increpaban que no les abandonáramos y que desde Occidente habíamos abandonado mucho tiempo atrás, porque en realidad nunca les llegamos a acompañar. Es hora.
Corre con Amnistía. Deja tu huella por Yemen, el pueblo yemení se lo merece.