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Margherita Hack

Margherita Hack, divulgadora y astrofísica de talla universal

El trabajo de la científica italiana propuso medidas sin las que hoy sería imposible concebir la investigación espacial. Pero además se convirtió en una figura mediática que defendía sus ideales sociales feministas y ateos, así como la defensa de los animales

Autora: Celia de la Cuadra, Equipo Derechos de las Mujeres y las Niñas de Amnistía Internacional Madrid

Nació en Florencia el 12 de junio de 1922. Su madre era una mujer poco común para su tiempo: hablaba inglés y francés; estudió magisterio y bellas artes. Su padre, suizo, no había podido hacer estudios superiores, pero era muy culto autodidacta y un gran lector

En su casa no había dinero para comprar una radio y Margherita Hack, muy buena estudiante, construyó una sencilla de galena. Se sintió muy orgullosa ya que por primera vez puso en práctica sus conocimientos de física. En esa radio oyó una noticia que le conmocionó: acababa de publicarse el Manifiesto de la Raza que, firmado por muchos científicos, políticos, religiosos y aristócratas, afirmaba que había razas biológicamente superiores. Hasta entonces el fascismo había sido, para jóvenes como Margherita, una dictadura de agua de rosas y ahora presentaba su cara más oscura.

Al ser también muy buena deportista, Margherita empezó un periodo pleno tanto física como intelectualmente. En 1941 batió su récord personal de salto de longitud, en 1942 ganó una medalla de oro en salto de altura y una honrosa medalla de bronce en una competición profesional. Paralelamente sus estudios iban viento en popa y, al terminarlos, le propusieron trabajar en el Instituto de Óptica.

Por aquella época se encontró con Aldo, un amigo de la infancia que hacía mucho que no veía. Se enamoraron pronto, pero su relación era difícil: ella era antifascista y él se había acomodado; ella era sofista y él católico. Parecían caracteres incompatibles, pero siempre volvían. Se casaron el 19 de febrero de 1944. Aldo como articulista y ella como científica se respetaban, se entendían y decidieron no tener hijos. Una gran ventaja fue la facilidad de movilidad de Aldo que pudo seguirla en todos sus destinos.

Tras obtener su licenciatura en Físicas empezó a colaborar gratuitamente, pero, desde su primera publicación, empezó a ser valorada y pronto obtuvo unas prácticas remuneradas. Allí su jefe, Abetti, se promocionó y le ofreció el puesto de ayudante que dejaba. Junto a él trabajó muy bien y empezó a tener colaboraciones internacionales y tras varias publicaciones más, ganó una plaza en la facultad de Física de Florencia. El sucesor de Abetti tras su jubilación, era desagradable y sólo permitía trabajar sobre su tema: el sol. Cuando al ser invitada por la URSS para el estudio de un eclipse, su jefe le negó el permiso, pidió traslado y la mandaron al observatorio de Merate donde dos compañeros cicateros y un jefe asustado por su categoría le hicieron la vida imposible. Se dedicó a viajar invitada por sus colegas internacionales hasta que tuvo el honor de ser invitada a la Asamblea de la Unión Astronómica Internacional.

En 1960 era una científica respetada internacionalmente. Dio cursos, impartió conferencias por todo el mundo y publicó su primer libro de divulgación. La lucha entre bloques de la guerra fía por la carrera espacial, aumentó el interés por la astrofísica y su financiación. Entre 1962 y 1964 publicó dos nuevas obras dirigidas al gran público. En marzo de 1964 ganó la plaza de catedrática de Astronomía de la Universidad de Trieste con lo que se convirtió en la primera mujer italiana que dirigía un observatorio.

Al llegar, Margherita se encontró con un personal muy escaso, instrumentos obsoletos, una universidad que no estaba al día de las novedades en investigación astronómica y que el observatorio, en mitad de la ciudad, sufría una grave contaminación lumínica. Decidió cambiarlo todo con tesón y paciencia pudo propiciar la colaboración entre todos y encontró una nueva ubicación en las afueras para el observatorio. Consiguió varias subvenciones en el tema de la carrera por la conquista del espacio y multiplicó las colaboraciones extranjeras.

Como profesora, disfrutaba tanto compartiendo conocimientos y era tan grande su capacidad didáctica, que el número de alumnos se multiplicó. En su trabajo científico propuso medidas sin las que hoy sería imposible concebir la investigación espacial.

Al pisar Neil Armstrong la luna, se dispararon las financiaciones y los alumnos. Hizo que su observatorio colaborara con el proyecto Copérnico lo que elevó su equipo científico a la categoría del más avanzado e innovador del mundo.

En 1974 le ofrecieron organizar en Trieste el Congreso Europeo de la Unión Astronómica Internacional. Hack delegó todas las presentaciones en sus colaboradores renunciando a cualquier protagonismo. Desde 1976 hasta 1979 presidió la ESO (European Southern Observatory) y en este último año fundó junto a una amigo una revista de divulgación astronómica en la que escribieron grandes astrónomos relacionados con ella.

Ganó el premio de la Academia Nazionale de Lincei, la más antigua de Italia. Fue la primera directora del recién inaugurado Departamento de Astronomía. Escribió dos nuevos libros.

A mediados de los ochenta empezó a aparecer en un programa de televisión convirtiéndose en una figura mediática lo que aprovechó para defender sus ideales sociales y de defensa de los animales.

En 1998 publicó sus memorias: La amiga de las estrellas. Esta y sus otras 27 publicaciones le valieron la medalla de oro del Ministerio de la Universidad y la Investigación. En su nonagésimo cumpleaños fue condecorada con la Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana.

Por problemas de corazón murió el 29 de junio de 2013 a los 91 años.