Madrid
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La condena a David Castillo, coautor del asesinato de Berta Cáceres , es un pequeño triunfo en medio de la batalla, una victoria para celebrar y coger aliento para continuar la pelea. Seguiremos, porque siempre hay que seguir, como nos ha enseñado Berta, como nos enseñan las hijas de Berta, COPINH y MILPAH.

Cuando Berta Cáceres emprendió la lucha por la defensa de su río Guadalcorque posiblemente no sabía que su lucha iba a adquirir una dimensión casi mundial. Tampoco nosotros sabíamos que desde un rincón de un pequeño país de Centroamérica, una comunidad de pueblos originarios estaba defendiendo no sólo su derecho al agua, sino la preservación del equilibrio ecológico de nuestro planeta.

Seguramente hay muchas otras Berta Cáceres que no conocemos y que merecerían también nuestro reconocimiento, pero Amnistía Internacional nos dio la oportunidad de solidarizarnos en la petición de justicia por el asesinato de Berta Cáceres y así lograr, junto a muchas otras voces, que los autores materiales y David Castillo, que planificó el asesinato, sean condenados. Pero sabemos que a un nivel más alto se encuentra la élite hondureña, beneficiarios de la especulación de tierras y ríos del pequeño país.

Nos interesamos en el caso de Berta Caceres en mayo de 2017. Podríamos haber elegido otro caso, por desgracia no faltan violaciones de derechos humanos en América Latina sobre las que trabajar, pero la lucha de Berta Cáceres, su mensaje, nos llegaba con fuerza y nos parecía que, además, era intolerable que las organizaciones que continuaban con la causa que ella había liderado, no pudieran seguir con su legado y se vieran amenazadas por continuar con ese trabajo.

Escribimos a las organizaciones COPINH y MILPAH informándoles de que el grupo de América latina de la sección española de Amnistía Internacional había adoptado unirse a la lucha para que se investigue y persiga a los ejecutores e inductores del asesinato de Berta Cáceres, y para que se garantice la seguridad de los miembros de la asociación, de forma que puedan continuar apoyando y defendiendo a los indígenas y sus derechos territoriales.

También les comunicamos que desde esa fecha, y todos los días 2 del año, íbamos a enviar cartas al Presidente de Honduras, al Fiscal General y al Ministro de Secretaría de Derechos Humanos, Justicia, Gobernación y Descentralización pidiendo

1) una investigación y, después, un proceso imparcial, independiente, y exhaustivo;

2) que se reconociera públicamente la legitimidad de la defensa del COPINH, de los derechos del Pueblo Lenca, y del asesinato de Berta Cáceres;

3) que el Estado hondureño implemente medidas específicas para la protección de los defensores de los derechos ambientales adhiriéndose al Acuerdo de Escazú.

A las cartas unimos el envío a las autoridades citadas de los mismos requerimientos mediante las redes sociales, propiciando así su difusión. Decidimos que no debían estar solos y que debíamos apoyarles en su labor.

En un 2 de marzo de 2017 terriblemente lluvioso, nos manifestamos con nuestros paraguas al viento delante de la embajada. No tuvimos respuesta. Tantas veces no obtiene uno respuesta en acciones que se realizan desde Amnistía… pero nadie nos dijo nunca que nuestra labor fuera fácil. Hay que seguir, contra viento y marea, porque se lo debemos a mucha gente que como Berta han puesto su vida en peligro por conseguir un mundo de justicia donde los derechos humanos sean respetados. Seguir y seguir hasta que las respuestas empiezan a llegar, porque es nuestra fuerza, como organización, como activistas, y llegan, al final siempre llegan, de una forma u otra, antes o después, pero llegan.

El mismo año Amnistía Internacional lanzó la campaña Valiente a nivel mundial ante la ola de ataques contra quienes defienden los derechos humanos ya que los defensores y las defensoras corren un grave peligro en todo el mundo. Y siguen en peligro, y ahora más que nunca hay que seguir a su lado.

Dentro de esa campaña, en el año 2018 tuvimos dos encuentros con Laura Zuñiga Cáceres, hija de Berta, en el mes de febrero, en la Sala Cervantes (Casa América) y en la sede de La Ingobernable. Acudió muchísima gente y fue muy emocionante conocer a la hija de la lideresa tan fuerte e inteligente como su madre. Su juventud y pasión producían mucha ternura y nos marcaba de nuevo el camino a seguir, porque su ejemplo, su luz, nos sirven de guía.

Ese mismo año, nos pudimos manifestar delante de la embajada en un día espléndido. La figura de Berta en grande estaba rodeada de flores y velas, y la sentíamos a nuestro lado, como sentimos a nuestro lado a tantas defensoras y defensores de derechos humanos que hemos tenido la suerte de conocer, de alguna forma u otra, como activistas de Amnistía Internacional.

Impulsando ese trabajo, y dando fuerzas en momentos de desánimo como los que se han vivido en el último año, tan complicado en todo los sentidos, se volcó Teresa, una de las integrantes del equipo, que además forma parte del colectivo más vulnerable como consecuencia de la pandemia. En ningún momento desfalleció porque sabía, y ese ímpetu lo transmitía al resto de los integrantes del equipo, que hay gente en situación de vulnerabilidad en todos los lugares del planeta, en todo momento y todo lugar, y no hay que abandonarlos nunca. Y así hemos seguido mandando mensajes de solidaridad para que supieran que los ojos de miles de personas en todo el mundo están siguiendo el juicio del asesinato de Berta Cáceres y nos solidarizamos con su familia, con la organización apoyando su lucha y exigiendo justicia para Berta.

En estos tiempos de pandemia, Teresa ha seguido día a día, a través de las redes, el juicio de David Castillo, difundiendo, retwiteando y enviando nuestra solidaridad. Cuántas veces parecía que el juicio iba a terminar con un final de impunidad, como se cierran muchos casos similares. Los poderosos saliendo vencedores y, a pesar de ello, seguíamos el juicio con esperanza, con Teresa al frente, cada nueva noticia, esperando respuestas, y por fin llegaron y llegó la justicia, la alegría al ver que ha sido culpado. Un pequeño triunfo en medio de la batalla, una victoria para celebrar y coger aliento para continuar la pelea. Seguiremos, porque siempre hay que seguir, como nos ha enseñado Berta, como nos enseñan las hijas de Berta, COPINH y MILPAH.

Y ahora continuaremos, con más fuerza, infatigables y pelearemos por que se haga justicia y se condene a la familia Atala, para que el crimen de nuestra Berta no quede impune. Para que las defensoras y defensores de derechos humanos puedan seguir trabajando día a día y para sentir que lo que hagamos todos y cada uno de nosotras y nosotros sirve para encender una vela que abre una brecha en la oscuridad.