Madrid
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La primera semana de abril se celebró la decimoquinta edición del Festival de cine y derechos humanos de San Sebastián, en el que Amnistía Internacional concede el premio al mejor largometraje.

Se proyectaron 16 películas en la sección oficial que iban desde el documental Life, Animated nominado a la última edición de los Óscars hasta Afterimage película póstuma de ese imprescindible del cine europeo que fue Andrej Wajda.

Las temáticas fueron muy distintas: la violencia policial del Egipto post primaveral en Clash; matrimonios forzados en Noces/A Wedding; reparación a las víctimas de las torturas de la dictadura Uruguaya de los años setenta y ochenta en Migas de Pan; refugio en Boiling Point y The Wait, derechos de la comunidad LGBTI en Just a Normal Person.

Los estilos narrativos también fueron muy variados: la comedia en Últimos días en La Habana; el estilo documental de creación en Zona Franca, Noma y especialmente en Tempestad; el estilo documental en formato televisivo en La Cazadora del Águila; el drama con influencias de Bertold Bretch y Lars Von Trier en La Mano Invisible y con tintes líricos de Land Of The Gods.

El jurado estaba compuesto por tres miembros de Amnistía Internacional: Mariano Espúñez, Miguel Ángel Gonzalo y Estefanía García Díaz y dos Independientes Pablo Malo y Belén Ruiz Soroa. El reto era elegir una película que aunara valores artísticos y defensa de los derechos humanos.

Finalmente el premio recayó en Jackson un documental sobre derechos sexuales y reproductivos de la cineasta Maisie Crow. La película narra las dificultades que encuentran las mujeres de Mississippi para decidir autónomamente sobre sus cuerpos. En un Estado en que no existe la educación sexual, se prohíbe a las mujeres la interrupción del embarazo a la vez que se dificulta el acceso a métodos anticonceptivos e información sobre salud reproductiva.

Los otros premios del Festival fueron para la cineasta Deepa Mehta y el premio del público para La Cazadora del Águila.