Nasrin Sotoudeh y la revolución silenciosa
En 2019, la abogada Nasrin Sotoudeh fue condenada a 38 años y medio de cárcel por defender los derechos de los mujeres pacíficamente. En Irán, cualquier protesta que reclame la autonomía legítima de las mujeres sobre su cuerpo es comprendida como una amenaza directa contra el régimen y los valores que construyen su discurso ideológico.
Autor: Jesús Calero, activista de Amnistía Internacional Madrid
Tras la revolución islámica de Irán en 1979, las leyes sobre el uso del velo o hijab impiden a las mujeres salir a la calle sin ocultar su cabello con un pañuelo o tapar los brazos y las piernas con ropa suelta. En los últimos años, movimientos sociales, abogados y protestas como el White Wednesdays han reclamado activamente la normalización de los derechos de la mujer, siendo reprimidos públicamente por las autoridades y perseguidos por las fuerzas del régimen.
Actualmente, toda mujer iraní que defienda sus derechos y exhiba su desacuerdo con el Líder Supremo es arrestada y encarcelada. Desde Amnistía Internacional Madrid hemos decidido recoger los casos de varias mujeres que han trascendido mediáticamente por la defensa activa de los derechos humanos.
Ciberactivismo feminista como única alternativa de garantías
En estados donde las libertades públicas están secuestradas y no existen garantías constitucionales para proteger a la población civil, las manifestaciones de repulsa por redes sociales son la única alternativa viable a la que se aferra la ciudadanía para dar cobertura a los problemas sociales. Sin embargo, los usuarios se exponen a respuestas sancionadores injustificadas y a diversos arrestos políticos por motivos inverosímiles.
Movimientos online como My stealthy freedom han conseguido captar la atención de los usuarios extranjeros y presionar internacionalmente a Irán para cambiar el código de vestimenta impuesto por el ayatolá Jomeini desde su llagada al poder en 1979. Usando el hashtag #whitewednesdays, muchos ciudadanos publicaron fotos y videos en 2017 con pañuelos blancos en la cabeza o piezas de ropa blanca cubriendo sus cuerpos. Hasta la fecha, la plataforma activista ha recibido 3.000 fotos y vídeos de mujeres con el cabello destapado.
Sin embargo, muchos de estas fotos se toman en secreto por miedo a las represalias que sufren continuamente las mujeres que deciden discrepar en público. Yasaman Aryani y su madre, Monireh Arabshahi, fueron condenadas a 16 años de prisión por participar el 8 de marzo de 2019 en un video protesta en el que aparecían sin sus pañuelos y distribuyendo flores a las pasajeras de un tren del metro de Teherán. Juntas, concienciaban abiertamente a los viajeros sobre la importancia de los derechos humanos y la importancia de la libertad de vestimenta para las mujeres iraníes. Posteriormente, fueron arrestadas y condenadas por “difundir propaganda contra el sistema” e “incitar a la prostitución”.
Una vez detenida, Yasaman Aryani fue presionada por las fuerzas de seguridad para “confesar” que estaba siendo incitada por la oposición al régimen en el exterior, amenazándola con arrestar a familiares y amigos si no se retractaba públicamente. Ambas deberá cumplir 9 años y 7 meses de condena de acuerdo con las directrices de sentencia del código penal de Irán.
Lamentablemente, más mujeres están en la cárcel por quitarse el velo. Saba Kordafshari corre el riesgo de ser imputada con falsos cargos por manifestarse contra las leyes del uso obligatorio del velo. Su detención se produjo el 1 de junio de 2019; su caso es similar: amenazada para confesar forzosamente y detenida junto a su madre.
Vida Movahedi fue condenada a un año de cárcel por haber protestado pacíficamente contra la imposición del velo. Como símbolo de protesta, apareció sin hiyab sobre una gran cúpula del centro de la Plaza de la Revolución en Teherán, agitando globos de colores con ambas manos. Aunque fue indultada el pasado mes de febrero por el líder supremo de Irán (con motivo del 40º aniversario de la revolución), las autoridades penitenciarias se negaron a excarcelarla hasta que no tuvieron más remedio.
El caso Nasrin
La interpretación ortodoxa de la ley islámica sobre la modestia, que ciñe a las mujeres al estricto código de vestimenta oficial, ha encontrado una oposición muy incómoda también desde los despachos. En marzo de 2019, la destacada abogada Nasrin Sotoudeh fue condenada a 38 años y 6 meses de cárcel y a 148 latigazos en un juicio arbitrario, tras una carrera defendiendo los derechos humanos pacíficamente.
Algunos de los cargos por los que se le imputa, como “incitación a la corrupción y la prostitución”, “difusión de propaganda contra el sistema” y “confabulación contra la seguridad nacional” son la marca común que comparten todas las disidentes del régimen.
Nasrin ya ha sido encarcelada anteriormente, pero no ha dejado de luchar por la libertad de las mujeres. Su salud ha empeorado progresivamente debido a las diferentes huelgas de hambre a las que se somete en prisión. La última de ellas, producto de las condiciones a las que están expuestos los presos políticos durante la pandemia, tuvo que ser interrumpida por culpa de sus problemas cardíacos.
En Irán, el control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres no se limita a su vestimenta, pero es la forma de opresión más visible y, posiblemente, una de las más atroces: el gobierno incita explícitamente a los ciudadanos a despreciar y a reaccionar violentamente contra aquellas que se rebelen en contra de los códigos impuestos de vestimenta. De conformidad con las leyes, un mechón de pelo al descubierto puede convertir a una mujer en delincuente a ojos de las autoridades del Estado.
Nasrin se ha convertido en un presa de conciencia y en el símbolo de una lucha silenciosa que se abre paso lentamente gracias al esfuerzo de mujeres valientes.
Desde Amnistía Internacional Madrid os animamos a escribir cartas a las autoridades iraníes para pedir la liberación de todas estas presas. Te mostramos un ejemplo de carta modelo que está disponible en dos idiomas diferentes en el blog.
¡Defendamos sus derechos! ¡Gracias!