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Seis farmacéuticas tienen en sus manos miles de vidas

El derecho a la salud (y a las vacunas) es un derecho que no sólo está recogido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sino que también es un derecho humano. La Covid-19 ha hecho aún más evidente la desigualdad que actualmente existe en el mundo.

Mientras en España vamos dejando atrás la pesadilla de la pandemia gracias a la vacunación masiva, los países más pobres siguen atravesando una grave crisis sanitaria. De seis mil millones de dosis de vacunas contra la Covid-19, sólo el 0,3% ha llegado a países con bajos ingresos.

Todavía no existe acceso universal a las vacunas y las empresas farmacéuticas (AstraZeneca, BioNTech, Johson & Jhnson, Moderna, Novavax y Pfizer) han creado una escasez artificial basada en el hecho de que las vacunas sólo pueden ser administradas por quienes tienen la patente. En realidad, esto es una muestra de egoísmo porque las empresas podrían compartir sus conocimientos y tecnologías con otros, si bien esto supondría menos beneficios para ellas, también supondría menos muertes.

La campaña “Un pinchazo justo” de Amnistía Internacional, intenta salvar vidas. Los beneficios económicos de las grandes farmacéuticas no pueden estar por encima del derecho a la salud y a la vida. Las empresas también deben cumplir con la responsabilidad de respetar los derechos humanos.

Amnistía Internacional pide que se haga una excepción de las normas globales sobre propiedad intelectual. De acuerdo con el objetivo 3 de los ODS, las patentes sobre las vacunas no puede ser un obstáculo para salvar vidas.

Empresas como AstraZeneca han recibido financiación pública, por lo tanto, los Estados podrían favorecer la concesión temporal sobre la propiedad intelectual condicionando esas financiaciones. A su vez, los países deberían entregar las dosis sobrantes de las vacunas a los países que las necesitan y que no hayan logrado tener acceso a ellas. De los Estados que se comprometieron a dar las vacunas sobrantes, solamente se han dado 12% hasta el momento.

A juicio de Amnistía Internacional, en el ámbito de la salud hay una carencia que no existe en otros ámbitos, y es que todavía hace falta una arquitectura mundial que trabaje para garantizarla. Amnistía Internacional apoya la creación de una arquitectura sanitaria mundial.

Actualmente, COVAX (Covid-19 Vaccines Global Access) es un mecanismo de acceso mundial a las vacunas contra la Covid-19. Su objetivo es garantizar el acceso equitativo a todos los países de todo el mundo, pero todavía no ha alcanzado los objetivos que fueron planteados en un principio.

A finales del año 2021, el 40% de las personas del mundo deben estar vacunadas. Faltan veinte mil millones de vacunas para conseguir este objetivo y es necesario darles prioridad absoluta a los países de medios y bajos ingresos. En definitiva, es importante que nos unamos para defender activamente la igualdad en algo tan delicado como la salud.

Si no hay vacunas, sigue la pandemia; y si sigue la pandemia, seguirá habiendo una gran cantidad de muertes.

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