No es casual que no hayamos querido nunca nombrarlos por su nombre y les hayamos otorgado unas simples siglas. Simples y frías. Unas siglas que los invisibilizan, que los hacen desaparecer incluso como personas para empezar a ser sólo un número. Las siglas categorizan a las personas a las que se las aplicamos: los VIP, los MENA, dejan de ser personas de carne y hueso para convertirse en el prototipo de triunfador los unos o de desecho social los otros.
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